En un interesante estudio reciente que se enfocó en adultos con sobrepeso, aquellos que usaron prendas pesadas durante tres semanas adelgazaron sin cambiar conscientemente sus dietas, moverse más o alterar sus vidas de cualquier otra manera.
El estudio, que surgió de investigaciones relacionadas con roedores, sugiere que nuestros cuerpos saben cuánto debemos pesar y, si excedemos abruptamente ese nivel, pueden obligarnos a perder peso. Pero esas conclusiones también plantean preguntas.
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Cualquier persona que perdió varios kilos para luego ver, con tristeza, cómo vuelven a su cuerpo, experimentó la fuerza de la homeostasis. Lo que sería, el obstinado deseo de nuestros cuerpos por mantener las cosas como estuvieron. Si un proceso fisiológico funcionó en el pasado, por lo general, el cuerpo intenta restablecerlo cuando algo cambia dentro de nuestro organismo.
En la práctica, la homeostasis significa que si, por ejemplo, logramos disminuir algo de grasa corporal, varios mecanismos homeostáticos en nuestros cerebros y células reconocen esa pérdida y comienzan a enviar mensajes que aumentan el hambre o nos impulsan a movernos menos hasta que, inexorablemente, volvemos a subir de peso. Pero, por alguna razón, son raras las ocasiones en que sucede la reacción homeostática opuesta.
Cuando te sentás, “confundís” a los sensores celulares para que piensen que sos más liviano de lo que realmente sos, afirmó.
El estudio
Sin embargo, las personas no son roedores y los hallazgos, aunque son interesantes, no nos dicen nada sobre nosotros. Entonces, para el nuevo estudio que se publicó recientemente en la revista EClinical Medicine, los mismos científicos de la Universidad de Gotemburgo en Suecia reclutaron a 69 adultos con sobrepeso y, en vez de gránulos de plomo, les pidieron que usaran chalecos pesados.
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Algunos de estos chalecos agregaron un 11 por ciento adicional al peso corporal de las personas que participaron; los otros solo incrementaron alrededor del 1 por ciento y sirvieron como grupo de control. Se les pidió a los voluntarios que usaran los chalecos durante todo el día, pero que no cambiaran sus dietas ni sus estilos de vida. Después de tres semanas, los hombres y mujeres que usaron los chalecos más pesados perdieron aproximadamente 1,3 kilos de grasa, en promedio, que era menos que el peso de sus chalecos, pero también sustancialmente mayor a lo registrado en el otro grupo cuyo adelgazamiento fue insignificante. Los científicos creen que parte de esta pérdida exitosa probablemente se deba a que las personas con los chalecos más pesados ahora tenían más masa, lo que significa que quemaban más calorías cada vez que se movían.