Decía Miguel Ángel Asturias..." los días como flechas". Así pasan los días en el encierro, pero algunas flechas son mas lentas. Mientras lavaba el pote de yogurt pensaba en la buena suerte. Estoy lleno de buena suerte. En el súper, abierto, había Yogurt, yo tenía agua lavandina para lavarlo, plata para pagarlo y, por otra parte, seguían distribuyéndolo y había electricidad y estock en los distribuidores. Después no lo se. La mercadería viene de algún lado, la traen, la acomodan, alguien me la alcanza hasta la puerta de mi casa, después de pedirla por teléfono, la pago contado y voy y lavo el pote concienzudamente con agua lavandina rebajada, según indicaciones de la tele, donde miro películas de modo compulsivo y noticieros solo una vez al día, por la noche, antes de volver a los filmes y las series policiales. En las series policiales demora pero aparecen el malo y el bueno y a la larga el bien siempre triunfa y, como decía Dick Tracy: "el crimen no paga". Son películas.

El encierro no será corto ni grato. En el edificio cercano no suben al ascensor de a dos. Hay electricidad. Eso es bueno. Es bueno que la civilización se sostenga. La civilización es una serie de pactos y de compras y ventas. Mantenerla se resuelve sin romper los pactos y sosteniendo la compra venta. Cómo y hasta cuándo. Ése es el punto.

Los que saben cómo está el mundo se dedican a dos temas. Hacer caso y cumplir la cuarentena, lavarse las manos con agua y jabón, perseguir a los que esquivan la cuarentena y dirigir los centros donde la peste obliga a enviar a los apestados. Después a calcular el quebranto mundial.

Vamos de nuevo. Un orden común y de emergencia, un orden con jefes, con advertencias y castigos. Nadie lo discute sin convertirse en traidor y un peligro al "Bien Común", el bien común es fácil de entender, es salvarse o que se mueran la menor cantidad posible. Ojalá me salve. Es la peste o nosotros. Binario hasta el caracú.

Vamos mas de nuevo, mas profundamente. La economía está hecha percha, muy hecha bolsa, en bancarrota casi, casi final Argentina, pero el coronavirus es mucho mas importante que la miseria nacional en el mercado de capitales.

Algunos cronistas dominicales, ya sin paga política y con escasa biblioteca, hablan de guerra como un adjetivo ("se equivocó de adjetivo, no era batalla, era guerra") y confirman mi espanto: en las épocas críticas, de verdadera crisis, no podrán entender el río de Heráclito.

El vecino del otro edificio (el del 5 B) pone fuerte la música en el balcón. Dos parlantes a la calle. No pienso decirle que esa cumbia es horrible (adjetivo) porque a cada uno se le dispara la presión acumulada tal y como fue criado. Estamos criados para el enojo y la diatriba, el goce y el perdón, un poco para el olvido. Todos parecidos y diferentes. Si cumple la cuarentena que siga. La letra dice: "anoche, anoche volviste tarde, con el pelo mojadito y oliendo a jabón chiquito"... Clara referencia al hotel alojamiento y la traición que, parece evidente en la letra, advierte y consiente.

Muchos cronistas atrasados, que de repente en los periódicos les dicen hablen de la peste recurren (ahora) a Camus, el que se peleaba con Sartre. Como con el amor atrasado, furtivo o compartido: comprendo. También comprendo a los editores de diarios con pocas páginas. Los periódicos son compendios de hechos fuera de lo común por algo obvio, lo común no es noticia. Decía Juan Petrone, en Crítica, "pibe los diarios se compran por una noticia, que a veces es diferente para muchos". Decía Félix Laiño, de La Razón: " es salud, dinero y amor, no escriban de otra cosa que eso es lo que vende los diarios..."

El tema mediático es coronavirus, el del edificio de al lado también, el de los funcionarios, de los economistas y hasta de los amantes, hoy distanciados y en cuarentena que es, en buen romance, abstinencia. El tema es común y las novedades no son las mejores. Alcanza con pocas páginas. Titulares grandes y esperanzados.

Estoy cuidando el cronómetro; quitarles posibles virus al pote de yogurt toma 5 minutos, no menos. No pienso exigirme para mejorar el tiempo, todo lo contrario. Matar el tiempo es difícil y lo que ya se sabe, que el tiempo nos mata ,es demasiado obvio. Ah, qué yerro el del cronista. La Guerra es sustantivo, femenino. Sustantivo abstracto. El Virus también, masculino. Ambos peligrosos. Wikipedia suele ayudar: "El nombre o sustantivo es aquel tipo de palabras cuyo significado determina la realidad".