La ciudad comenzó a asumir que la cuarentena vino para quedarse por un tiempo en el que se deberán cambiar hábitos y respetar reglas.
En las primeras horas de esta cuarentena obligatoria establecida el último jueves a través de un Decreto de Necesidad y Urgencia firmado por el presidente Alberto Fernández, y que contó con el respaldo de todos los gobernadores, Rafaela fue incorporando de a poco los alcances de esta medida.
Por la mañana hubo más movimiento que el que debería haber sido. Pero sucede que aunque esta era una determinación que se sabía de antemano iba a suceder, nadie había caído en cuenta de todo lo que significaba.
Con cualquier persona que se cruzaba uno por la mañana, la preocupación era que pasaba con las entidades bancarias, con aquellos jubilados que no cuentan con su tarjeta de débito y por ende no pueden retirar dinero; con las boletas de servicios que no se han pagado y tienen vencimiento en estos días, y teniendo en cuenta la falta de clearing bancario ningún Rapipago, Pago Fácil o Santa Fe Servicios te cobraba con efectivo, sólo con débito. Eso generó mucho movimiento en los cajeros automáticos.
En tanto en el sector de la terminal de ómnibus la imagen era de un vacío total, donde no había ningún tipo de movimientos y allí la cuarentena se observaba a rajatabla. Distinto era lo que se podía observar en las ruta 34 y 70 donde había aún mucho movimiento.
También es cierto que hay trabajadores que viven en localidades vecinas y trabajan en empresas alimentarias como los frigoríficos y las lácteas, que forman parte de la excepciones del DNU. Además los deliverys estaban en plena actividad, llevando medicamentos y alimentos.
En cuanto a los supermercados, autoservicios y almacenes, tuvieron por la mañana bastante actividad y circulación de personas, pero cumpliendo las medidas de seguridad y prevención. Controlando el nivel de ocupación en el interior de los locales, entregando alcohol en gel para limpiar los carros, con las cajeras atendiendo de manera intercalada para mantener la distancia de más de un metro, con consumidores que concurrieron con barbijos y guantes a comprar y con algunos locales de barrio que atendían a través de rejas.
Ya por la tarde se observó mucha menos circulación de rafaelinos y comenzó a observarse que comenzaba a entenderse el significado de aislamiento y cuarentena total.
Es cierto que había personas en bicicletas, paseando a las mascotas, corriendo o caminando, pero a comparación de jornadas anteriores el número era muy inferior.
La ciclovía de Estanislao del Campo pasadas las 19 estaba deshabitada, al igual que la Plaza Sargento Cabral siempre tan concurrida o la 25 de Mayo que estaba despoblada. La Avenida Suipacha y Luis Fanti parecían más grandes al transitarlas sin cruzar prácticamente a nadie en el recorrido.
Algún movimiento en las estaciones de servicio que también están consideradas servicios esenciales.
El microcentro lucía desolado, con sus bares cerrados y sus comercios también, Con algunos motociclistas que aprovechaban vaya uno a saber que para circular sin cascos y con un tránsito que debiera haber sido menor, pero era el primer día y debemos acomodarnos.
Fuente: Diario La Opinión