La pandemia por coronavirus no es todo respecto a la salud. Las enfermedades crónicas continúan su curso. El caso de las patologías cardiovasculares, son algunas de ellas.
Desde 2016, los últimos días de agosto se lleva a cabo la Semana de la Lucha Contra la Muerte Súbita, una iniciativa de la Fundación Cardiológica Argentina (FCA) para generar conciencia en la comunidad acerca de la importancia de saber Reanimación Cardiopulmonar (RCP) y utilizar un Desfibrilador Externo Automático (DEA), herramienta imprescindible para la atención temprana de la muerte súbita extrahospitalaria.
“la mitad de las veces se da en personas que no tienen antecedentes, o sea, que la primera señal de enfermedad cardiaca es la muerte súbita” (Carlos Correa, médico cardiólogo)
Es que, en la mayoría de los casos, este tipo de eventos ocurre fuera del ámbito médico, precisamente por su cualidad de ser repentino.
“Por definición, es un paro cardiaco que se presenta en forma brusca con manifestaciones que inician dentro de la hora que ocurre, y cuando la persona estuvo en buenas condiciones de salud en las 24 horas previas”. Carlos Correa es médico cardiólogo (MN 90722) y así comenzó a explicar al medio Infobae de qué se trata este cuadro que “la mitad de las veces se da en personas que no tienen antecedentes, o sea, que la primera señal de enfermedad cardiaca es la muerte súbita”.
Según precisó el jefe de Cardiología del Centro Rossi, “es un concepto relacionado con lo cardíaco, pero hay otras causas de muerte súbita. Si vamos a la de origen cardiaco, es un evento que siempre es catastrófico”, señaló, al tiempo que agregó: “Entre el 25 y el 50% de quienes sufren afecciones cardíacas mueren de manera súbita”.
“Ocurrida la muerte súbita, la mayor parte de las veces la persona muere”.
Pese a que su cualidad de “inesperado” haga pensar que este cuadro no se puede prevenir, Correa explicó que “las tres cuartas partes de las veces, detrás de la muerte súbita está la enfermedad coronaria y eso sí se puede prevenir mediante cambios de conducta y el tratamiento de los factores de riesgo ya conocidos (tabaquismo, hipertensión, diabetes, colesterol, sedentarismo, estrés)”.
Después están las causas de “el otro cuarto”, que corresponde a arritmias de origen genético y miocardiopatías, entre las más preponderantes.
“Ocurrida la muerte súbita, la mayor parte de las veces la persona muere”. El dato en boca del especialista es demoledor. Es que las dos terceras partes ocurren fuera de ámbitos médicos y de esos casos, menos del 10% sobrevive.
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Consultado sobre cómo es posible modificar esa baja tasa de sobrevida, Correa fue contundente: “Con la famosa reanimación cardiopulmonar (RCP) y la desfibrilación precoz”. “El mecanismo detrás de la muerte súbita la mayoría de las veces es la fibrilación ventricular y la forma de tratarlo es con el desfibrilador”, destacó.
Y tras señalar que “por cada minuto que se demora en iniciar la reanimación aumenta 10% la mortalidad”, el especialista hizo saber que en este punto se ponen en juego dos factores clave: “Tiene que haber gente entrenada en RCP, que es una maniobra que la puede dar cualquier persona con un entrenamiento muy básico; y por otro lado está la desfibrilación; el uso del DEA no requiere entrenamiento, ya que el equipo tiene guías habladas para que lo use cualquier persona. Pero esto implica que a nivel comunitario tiene que multiplicarse la cantidad de gente que realice RCP y la cantidad de DEA, que sean accesibles y esté claramente identificado dónde está ubicado cada uno”.
En lo que él definió la “cadena de la vida” se resume el paso a paso de cómo actuar ante un episodio de este estilo: “Se debe iniciar el pedido de ayuda, comenzar con las maniobras de RCP y cuando llegue el personal médico se encargará del soporte cardiaco avanzado”. “Pero lo básico es que las personas que presencian un evento cardiaco estén entrenadas en RCP”, insistió Correa.