El mundo virtual se presenta cada vez más accesible. Celulares, computadoras y consolas de videojuegos están al alcance de la mano todos los días. En cuarentena y con mucho tiempo ocioso para los chicos, los adultos muchas veces se ven imposibilitados de vigilarlos las 24 horas.
A diferencia del celular y las computadoras que sí tienen aplicaciones bajo la categoría “control parental” que permiten a los padres leer los mensajes que intercambian sus hijos con otras personas, hay una plataforma totalmente desatendida: los videojuegos. Usen la consola que usen, la metodología es la misma; ingresan con un usuario y contraseña a un juego, se conectan con otros jugadores y comparten horas hablando entre ellos por micrófono o por chat escrito.
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Esta plataforma tan usada, dio lugar a un canal de comunicación no supervisado. Desde organizaciones terroristas que utilizaron juegos online como Call of Duty o Grand Theft Auto para reclutar menores a sus filas o nacionalistas extremos que buscaron adoctrinar jóvenes hasta episodios de grooming (ciberacoso de adultos a menores) y de robo de identidad.
Aunque todo esto parezca lejano, en Argentina ya tuvieron lugar casos de estos dos últimos delitos.
Los menores como blancos
La mayoría de los videojuegos no tienen control parental ni restricciones. Lo que hace que sea perfectamente posible que en un juego online se encuentren niños y adultos jugando a la vez e interactuando. Estos chats grupales y públicos son un mar propicio para los que están a la pesca de su próxima víctima. Con promesas de ayudarlos a tener éxito en el juego, los delincuentes los convencen de hablar en forma individual.
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Una vez que la interacción privada se logra, el siguiente paso es convencer a la víctima. Depende de cuál sea la intención del adulto serán las tácticas que utilice para lograr lo que desea. Si hablamos de grooming, la persona intentará generar la confianza en el menor para que éste acepte hablarle de cosas privadas, le envíe fotografías íntimas o incluso acceda a tener un encuentro fuera del juego. Lo convencerá de no decir nada a sus padres y buscará obtener algo del menor con lo que luego pueda extorsionarlo para mantenerlo callado.
Otros delitos implican la suplantación de identidad (phishing) y robo, modalidades cada vez más en auge. En esta ocasión, el delincuente, haciéndose pasar por un menor o no, se vale de la ingenuidad del niño o de la niña para lograr tener acceso a la cuenta del videojuego en donde suele estar cargada la tarjeta de crédito que habilita la compra de juegos online.
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Los adultos también pueden ser víctimas
Aunque en este artículo se habla de los más chicos, los adultos también pueden ser elegidos como víctimas para delitos utilizando las plataformas de videojuegos online. De hecho, muchas organizaciones extremistas lograron reclutar más adeptos y activistas a través de propaganda que se realizaba en distintos juegos (generalmente los juegos violentos).
Otra modalidad que se utilizó para atacar a los gamers y robarles información sensible fue a través de un malware ruso que se descargaba como si fuera un paquete de ventajas o trucos para los juegos online.
Fuente: TN Tecno