Kate Sweeny es psicóloga en la Universidad Riverside en California y se especializa en entender el estrés y las preocupaciones. "Yo soy casi una profesional en preocuparme", admite.
En épocas de pandemia, el general de la población tiene distintos tipos de manifestaciones de ansiedad y preocupación. Pero en esta profesional, este estado permanente de ansiedad motivó su elección profesional.
La especialista ha entendido que preocuparse puede ser beneficioso en varias situaciones, desde esperar por los resultados de un examen hasta cuidar de su propia salud.
Las preocupaciones universales provocan que las personas impulsen cambios.
Tipos de preocupaciones
La preocupación se ha definido en términos negativos y neutrales. Hay psicólogos que afirman que las preocupaciones universales provocan que las personas impulsen cambios. Pero también se define como un conjunto de experiencias emocionales que incluyen pensamientos desagradables y persistentes, y eso conlleva daños.
Preocuparse en extremo está asociado con problemas de salud física y mental. Si las preocupaciones son automáticas e incontrolables, generan un síndrome de ansiedad generalizada.
Sin embargo, a niveles moderados, preocuparse puede ser beneficioso.
Preocupación constructiva
La preocupación constructiva prepara mejor para afrontar incidentes, también está vinculada a un mejor rendimiento académico y a más intentos para dejar de fumar. Y un estudio sugería que apelar a la preocupación del público era más afectivo que apelar a sus miedos.
A diferencia que lamentarse sobre el pasado, la preocupación se centra en el futuro y esto es un gran potencial para sacarle beneficios.
Watkins destaca tres mecanismos
"Primero, cuando nos preocupamos por algo, es más probable emprender una acción para intentar remediarlo. Segundo, la preocupación actúa como recordatorio para resolver cosas. Por último, puede provocar una mejor planificación y preparación para hacer frente a un problema".
la preocupación se centra en el futuro y esto es un gran potencial para sacarle beneficios.
Con respecto a la relación entre el estrés y la capacidad de resolución, Watkins advierte que una preocupación mínima no motiva lo suficiente y que preocuparse demasiado nos paraliza.
¿Cómo preocuparse mejor?
Una de las cosas que hace que la covid-19 sea emocionalmente agotadora es su incertidumbre. La preocupación constructiva es más fácil cuando lidia con algo que tiene fecha de caducidad.
Por supuesto, muchas personas se preocupan sobre cosas que no pueden controlar. Sweeny establece un proceso de tres pasos para afrontar este tipo de desasosiegos:
1. Identificar la preocupación.
2. Enlistar una serie de posibles acciones para lidiar con el problema.
3. Si ya se tomaron todas las acciones posibles, hay que intentar dejarse llevar, mantener la atención y estar abierto a lo inesperado.
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La preocupación en tiempos del coronavirus
Sweeny dice que dejarse llevar ha sido especialmente útil para lidiar con el estrés de la pandemia. Aceptar lo que ocurre durante un proceso.
En un estudio sobre bienestar mental llevado a cabo por colegas de Sweeny, descubrieron que dejarse llevar estuvo asociado a una reducción de la soledad y a un mayor cuidado de la salud en los ciudadanos chinos que aún no habían sido puestos en cuarentena.
Aunque mantener la atención a nuestro entorno ha estado vinculado a muchos beneficios, en este estudio tuvo implicaciones negativas.
Aumentó los sentimientos de soledad y disminuyó las actividades de prevención sanitaria. Sweeny cree que esto se debió a que dejarse llevar "distrae más", mientras que mantenerse alerta centra los pensamientos en la incertidumbre.
Puede que estar concentrados sea más útil en situaciones difíciles de menor recorrido, pero dejarse llevar es más propicio cuando no se sabe cuándo acabará la preocupación en cuestión. Y dejarse llevar es algo personal.
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Para Sweeny, su método ha sido su racha de 500 días consecutivos utilizando una aplicación para aprender idiomas. Este y otros tipo de juegos que recompensen progresos suelen ser útiles para dejarse llevar.
Watkins y otros psicólogos insisten en la importancia de mantener alguna rutina y sostener el contacto con seres queridos.
Sweeny, por otro lado, piensa con optimismo en el momento que acaben las restricciones. Pero también saca tiempo, una vez por semana, para reflexionar sobre los posibles riesgos de la vuelta a la normalidad.
Fuente: BBC