Ante la reciente propuesta de una nueva reglamentación de la Ley de cannabis medicinal, la Liga Argentina Contra la Epilepsia (LACE), la Sociedad Argentina de Neurología Infantil (SANI), la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) y la Sociedad Argentina de Neurología (SNA) advirtieron que no fueron invitadas a participar en el consejo consultivo sobre la investigación médica y científica sobre su uso.
El cannabis farmacéutico de uso medicinal debe ser prescripto por profesionales de la salud y tomando en cuenta las buenas prácticas de manufactura para su elaboración. El preparado artesanal, puede perseguir el objetivo de mejorar la calidad de vida, pero no cumple con los requisitos de seguridad y eficacia que se requiere al hablar de un fármaco, remarcan las organizaciones.
Cannabis farmacéutico vs. preparado artesanal: “Dicha distinción es siempre necesaria, pero se torna crítica cuando se habla de patologías severas, como la epilepsia resistente al tratamiento médico”, agregan.
La doctora Helen Cross, presidenta electa de la Liga Internacional contra la Epilepsia (ILAE), ya advirtió sobre los riesgos de los preparados no controlados adecuadamente, no sólo por la imposibilidad de dar cuenta de la cantidad de cannabidiol (CBD) por frasco y de su estabilidad, sino por la posibilidad de que contengan contaminantes.
También se advierte sobre los riesgos de la presencia de bajas dosis de Tetrahidrocannabilol (THC), el componente psicoactivo usado para fines recreativos, que podrían producir efectos indeseables.
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“Como organizaciones de profesionales relacionadas con el diagnóstico y tratamiento de la epilepsia, apoyamos y apoyaremos siempre investigaciones bien diseñadas, científicamente rigurosas y controladas por las agencias nacionales de regulación de medicaciones y alimentos”, resaltan.
Las entidades advierten también sobre los productos derivados del cultivo artesanal que son adquiridos de manera no regulada en comercios y por redes sociales sin posibilidad de control por las autoridades competentes e incluso son consumidos sin la debida prescripción o supervisión de ningún profesional de la salud.
Fuente: Con Bienestar