Hace cuatro años, la Asamblea General de las Naciones Unidas firmó una declaración para coordinar a los estados miembros frente a una amenaza sanitaria de grandes dimensiones.
Hasta la primera mitad del siglo XX, la principal causa de la muerte en el mundo eran las infecciones por virus o bacterias. Las vacunas ayudaron con los primeros y los antibióticos redujeron drásticamente la letalidad de las segundas.
alrededor de 700.000 personas mueren por infecciones causadas por bacterias resistentes a los medicamentos disponibles y la previsión es que ese número crezca
Pero como advirtió Alexander Fleming, uno de los creadores de estos medicamentos, desde que se comenzó a utilizar la penicilina, las bacterias empezaron a adaptarse para sobrevivir. Hoy, la resistencia a los antibióticos es una amenaza que crece a diario y contra la que los expertos llevan tiempo previniendo, como sucedió con la gran pandemia por COVID-19.
Todos los años, alrededor de 700.000 personas mueren por infecciones causadas por bacterias resistentes a los medicamentos disponibles y la previsión es que ese número crezca paulatinamente en los próximos años.
Mal uso
El mal uso de estos medicamentos entre la población, en los hospitales o con los animales, es la principal causa de que los microorganismos los toleren mejor. Cuando se finaliza un tratamiento antes de tiempo o se toma un antibiótico cuando no es necesario, la bacteria sobrevive después de haber tenido contacto con el fármaco y sale reforzada para ocasiones posteriores, como si hubiese recibido un entrenamiento.
Rodríguez Baño recuerda que, durante esta crisis del coronavirus, en países como el Reino Unido y España, “entre el 70 y el 80 por ciento de los pacientes con COVID-19 reciben antibióticos, aunque los que tienen infección bacteriana al entrar no superan el 5 por ciento y solo llegan al 15 por ciento durante el ingreso”.
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Además, la globalización está facilitando la expansión de las resistencias, que se pueden intercambiar entre bacterias. En un estudio reciente, se observó cómo una proteína que ofrece a las bacterias resistencia a los antibióticos y se detectó por primera vez en un hospital de Nueva Delhi (India) en 2008, saltó a las aguas de la ciudad y en pocos años llegó a más de 100 países. En 2013, apareció incluso en muestras de bacterias tomadas en el archipiélago ártico de Svalbard.
Acuerdo internacional
Acuerdos como el tomado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y los planes nacionales para combatir las bacterias superresistentes muestra que hay un consenso internacional en la existencia del problema y en su importancia, pero la complejidad de algunas medidas y la misma aparición del coronavirus está ralentizando su puesta en marcha.
una de cada dos peticiones de antibióticos en España es inadecuada
Batalla
Otro punto fundamental en la guerra contra las bacterias es mantener el armamento actualizado. Hasta los años sesenta, se desarrollaron más de 20 tipos nuevos de antibióticos, pero desde entonces la innovación en este campo se ralentizó drásticamente.
Para las empresas farmacéuticas, los antibióticos son poco rentables. A diferencia de superventas como los fármacos oncológicos, que se pueden utilizar durante largos períodos, o las estatinas, que se recetan durante media vida, los antibióticos se aplican durante pocos días y su uso se limita tanto como sea posible, haciendo más difícil recuperar la inversión.
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Para resolver esa situación, muchos países están tratando de diseñar otras formas de pago que incentiven la innovación sin necesidad de que luego el medicamento creado deba aplicarse con frecuencia, durante mucho tiempo o a muchas personas para que exista un retorno económico.
El pasado mes de julio, una veintena de las principales compañías biotecnológicas y farmacéuticas del mundo lanzaron el Fondo de Acción AMR, una iniciativa con la que pretenden desarrollar entre dos y cuatro antibióticos innovadores durante la próxima década.
De momento, ya comprometieron una inversión de 1.000 millones de dólares y buscarán inversión e incentivos por parte de gobiernos y organizaciones internacionales como el Banco Europeo de Inversiones o la Organización Mundial de la Salud (OMS).
En un informe de 2016, la OMS estimó que, en 2050, si no se toman medidas, las superbacterias resistentes provocarán alrededor de 10 millones de muertes, por encima del cáncer, una cifra que las colocaría como la primera causa de muerte global.
Fuente: Con Bienestar