Una de las figuras que trabajó el concepto de prejuicio dentro de la psicología social ha sido Gordon Allport. Este psicólogo, quien trabajó en la Universidad de Harvard, define al prejuicio en The nature of Prejudice (1954) como la etiquetación negativa que se hace en base a creencias adquiridas a través de personas y situaciones importantes en el desarrollo del individuo, especialmente durante la infancia y a través de la familia.
"Para hablar de los prejuicios, hay que empezar hablando de los propios. El psicoanálisis ha sido una bolsa de prejuicios. Todos los tenemos", afirmó el psicoanalista Gonzalo Torrealday, en diálogo con el programa "Todo al mediodía" que conduce Hugo Isaak por Cadena OH!
"La gran interpelación que hay hoy de las políticas de género hacia el psicoanálisis son muy fuertes y muchos profesionales se incomodan muchísimo porque cuestionan elementos fundamentales de la teoría y se detectan muchos prejuicios en relación al género", analizó Torrealday.
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"Primero -expresó el profesional- hay que aceptar que el ser humano es prejuicioso por naturaleza; porque si uno se sabe prejuicioso y que es por estructura por lo menos uno conoce. No hay nada peor que creerse amplio de mente, abierto a las cuestiones y eso encubre los mayores prejuicios. Me ha pasado varias veces, dando clases por ejemplo, que me marcaron prejuicios. Sinceramente es incómodo pero te deja pensando. Si uno tiene la capacidad de asimilar una crítica viene bien para ampliar horizontes", contó.
A la vez, agregó que hay prejuicios teóricos. Por ejemplo, "si el psicoanálisis es heteronormativo, es decir que tiende a pensar a la heterosexualidad como el modelo ideal al que habría que aspirar; por más que ningún psiconanalista lo admita abiertamente, es cierto que durante la historia funcionó así. Y en algunos casos sigue funcionando así".
Como respuesta a este cuestionamiento, Torrealday advirtió que "tal vez haya que cambiar cuestiones de la teoría, dejar de lado conceptos que uno creía fundamentales y modificarlos. Es muy importante animarse a hablar. Como profesional, todos los prejuicios que no pueda desarticular, me van a impedir escuchar al otro".
"En el propio discurso, está articulado el prejuicio sin que nos demos cuenta. Eso lo marcan mucho las feministas en relación a pequeños elementos machistas en el discurso que uno no se da cuenta que los tiene", concluyó.
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