A nadie se le ocurriría asistir a un casamiento en ojotas. Tampoco salir a correr en tacos, ni lanzarse a nadar a una pileta con botas de esquiar. Sin embargo, es más que habitual ver a gente entrenando en el gimnasio con zapatillas de correr.
Claro, la lógica diría que al ser deportivas deben valer para hacer cualquier tipo de deporte, pero la realidad es que no es así. No se debería usar calzado de running para hacer crossfit.
“Cada deporte requiere unos movimientos específicos y las zapatillas se conciben para facilitarlos de la forma más eficiente posible”, explica Luis Vaquero, entrenador de una marca deportiva de renombre. Y no solo podremos hacer mejor los ejercicios con el calzado deportivo adecuado, sino que evitaremos problemas.
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Las zapatillas para correr están diseñadas teniendo en mente los dos movimientos esenciales de ese deporte: el aterrizaje y el despegue del pie. Según el diseño, favorecerán más la velocidad dejando las articulaciones más libres o las protegerán a costa de reducir la velocidad.
Sin embargo, en otras disciplinas los movimientos de los pies son muy distintos y mucho más variados. ¿Qué hay que tener en cuenta para comprar las zapatillas que mejor se adapten a cada deporte?
Antes de adentrarnos en cada entrenamiento, un consejo que vale para todas: ir a comprarlas al final del día, tras haber pasado un largo rato parado. Así, el pie estará dilatado y no habrá sorpresas con el talle.
Hay que comprobar siempre que quede un espacio equivalente a un pulgar entre el dedo gordo del pie y el final de la zapatilla, y que el tobillo quede bien acomodado en la parte trasera. Es la forma de asegurar que es el tamaño adecuado.
Es necesario remarcar que las zapatillas de running no valen para el gimnasio. Básicamente porque harán que te claves al suelo de la superficie.
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Cambio
Pero sea pádel, boxeo, CrossFit, zumba o el deporte que sea, todas las zapatillas tienen fecha de caducidad. El desgaste al hacer ejercicio es inevitable. Les pasa también a las de correr, cuya fecha de defunción se suele marcar superaros los 800 kilómetros o los 1.000 kilómetros por el impacto que reciben la suela y la mediasuela.
En las modalidades indoor estas dos partes de la zapatilla no suelen sufrir tanto. Entonces, ¿cómo saber cuándo cambiarlas? Lo primero que hay que hacer es fijarse en la tracción.
Para retrasar al máximo el momento del cambio, extrema la higiene. Nada de abandonarlas sudadas en la bolsa de deporte esperando a que se ablanden.
“Siempre es recomendable al llegar a casa, vaciar la mochila para que sea airee y dejar las zapatillas en la ventana, en el balcón o en algún cuarto como el de lavandería. De nada sirven los tejidos transpirables si las dejamos transpiradas toda la noche en la bolsa del gimnasio”, aclara Vaquero.
Y, por último, recuerda que la suela interior suele ser extraíble. Hacelo y dejala ventilando fuera de la zapatilla. Reducirás considerablemente las probabilidades de que el olor permanente se apodere de tus preciadas zapatillas.
Fuente: Con Bienestar