“No lo puedo creer, lo veo y no lo puedo creer… Estoy arruinado”. Miguel Di Lorenzo, más conocido como Galíndez, histórico utilero y masajista de la Selección Argentina, compartió momentos inolvidables con Diego Maradona y a pesar del paso del tiempo su entrañable relación nunca se rompió.
Galíndez estuvo invitado el sábado a PH, Podemos Hablar, el programa que conduce Andy Kusnetzoff por Telefe, y recordó historias con el astro del fútbol. El ex utilero se emocionó al hablar de su gran amigo, aseguró que en el último tiempo era difícil acceder a él y arremetió contra su entorno: “Lo dejaron morir”.
Contó que se enteró de la noticia el miércoles cerca de las “diez o las once de la mañana”, cuando lo llamaron de una radio y se la comunicaron al aire. “Fue una bomba, como pasó en el ’94. Dije ‘bueno, chau’ y rápido empezamos con los muchachos a llamarnos unos a otros y después fuimos a velarlo”.
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Respecto al velatorio del Diez, reveló que estuvo presente en la despedida íntima junto a los más cercanos al astro del fútbol: “Me pude despedir, estuve con él haciéndole masajes. Estaba ahí en el cajón y yo le decía: ‘Maestro, ¿cómo estás? Cuántas cosas vivimos…’ Le acariciaba la cara, le masajeaba los gemelos…”
Muy emocionado, con lágrimas en los ojos, Galíndez arremetió contra el “círculo íntimo” de Maradona durante este último tiempo y contó: “Hubo un contorno (sic), que nadie se le podía acercar (a Diego). Cuando alguien lo quería llamar por teléfono, o cuando los muchachos del Mundial ’86 lo quería contactar, nadie se podía acercar o mandarle algo”.
“Es tanto el poder que ellos tenían y que Diego no sabía dar, pobre… La pudrición que había ahí adentro, esa es la bronca que yo tengo. Por eso a Claudia le dije: ‘Ahora empezá a mandar vos, eh’. Es un contorno (sic) que estaba ahí metido, con abogados, doctores y todos los que estaban ahí. Cuando iba a ver a Diego me decían: ‘Galíndez, él está durmiendo, no se puede’. Cuando lo operaron de la rodilla en la Clínica Olivos también me dijeron: ‘Diego está durmiendo’. El único que pudo entrar es el que trabaja con vos, Arévalo”, le dijo el ex utilero al periodista Diego Díaz, también presente en el programa.
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El Turco García, otro de los invitados del ciclo y con quien Diego supo tener una relación cercana, opinó en el mismo sentido. Según su testimonio, la “vieja guardia” - en referencia a los amigos del Diez en su época de futbolista- no podían acceder a él: “Cuando fui a verlo a Mar del Plata me colé y entré, porque si tenés que preguntarle a alguien para verlo, pasa algo: o no le dicen por temor a molestarlo, o directamente te dicen ‘Diego no puede’ y chau. Mucha gente se quedó mal por eso, muchos piensan ‘Diego no me da más bola’. Pero creo que del 99 por ciento de las cosas que pasaban, o de los amigos que lo iban a ver, Diego ni se enteraba”.
A medida que seguían hablando de este tema, el dolor y el enojo de Galíndez iba en aumento. Mirando a cámara, con mucha bronca, se dirigió directamente al entorno de Diego y se refirió específicamente a las últimas horas del Diez: “¿Cómo lo van a dejar solo? Kinesiólogos, doctores, abogados… Delincuentes. Todos los que estaban, delincuentes. Por más que él no quiera, le tenían que decir ‘usted, venga acá, soy la doctora, tome la pastilla’. ¿Cómo puede ser que no le dieran la pastilla? No me jodas, lo dejaron morir. Se fue a la cama solo. Dijo ‘bueno, me voy a acostar’. ‘¿Por qué se va a acostar? Dígame porque vamos a acompañarlo’. Y ahí le tenían que dar la pastilla”.
“El contorno (sic) que estuvo con él… Escúchenme bien: ahora vienen Claudia y las hijas, Dalma y Gianinna, y agárrense, van a bailar, eh”, aseguró, amenazante y con lágrimas en los ojos.