Las emisiones diarias de CO2 disminuyeron hasta en un 17% durante abril, mientras reinaron las restricciones económicas y las medidas de confinamiento estrictas en distintas partes del mundo.
Un hecho sin precedentes pero efímero que se mantuvo hasta junio, cuando volvieron a ubicarse cerca de los niveles de 2019. Los guarismos reflejan la gravedad de la crisis climática: la marca de abril apenas representó una retracción a los niveles de 2006, lo que exhibe el sostenido incremento sufrido desde entonces.
se estima que en 2020 las emisiones contaminantes terminarán disminuyendo alrededor de un 7% a causa de las medidas de confinamiento.
El problema es que el impacto de cualquier disminución pasajera en las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera es mínimo en el cálculo global, porque las que observamos hoy se vienen acumulando desde 1750, toda una historia de desarrollo humano y económico. El dióxido de carbono permanece durante siglos y aún más tiempo en los océanos.
Cinco años después del Acuerdo de París, donde casi totalidad del planeta se comprometió a contener el calentamiento por debajo de los 2º (y de los 1,5° como escenario ideal) respecto a la era preindustrial, la estrategia para enfrentar la crisis climática sigue a los tumbos. Y los efectos se hacen sentir.
Desde entonces hasta 2020 se sucedieron años de los más calurosos jamás registrados. La Antártida sufre temperaturas récord, las sequías se agravan, la capa de hielo de Groenlandia se está derritiendo a un ritmo sin precedentes. La temporada de tormentas en el Atlántico acaba de terminar batiendo todos los récords con 30 fenómenos muy fuertes, lo que agotó la lista de nombres previstos para bautizarlas y obligando a recurrir el alfabeto griego. Y los megaincendios (no vinculados directamente al calentamiento pero sí favorecidos por las condiciones para propagarse) devastaron grandes áreas de Australia, Estados Unidos y otros países. No obstante, aún podríamos limitar el desastre.
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Punto de partida
La pandemia no fue una solución para el cambio climático, pero sin quererlo podría ser el punto de partida para medidas más sostenidas y ambiciosas. La OMM aseguró que los cambios que deben aplicarse son técnicamente posibles y viables desde el punto de vista para 2050.
En ese sentido hay buenas señales y el año trajo planes verdes de jugadores importantes como la Unión Europea, China y Japón. Incluso el reciente anuncio de Dinamarca de abandonar la extracción de combustibles fósiles en el Mar del Norte.
Sin embargo, todo debe hacerse rápido. Lo primordial, ahora, es aplanar la curva de crecimiento de las emisiones en el próximo lustro, ya que el sistema climático de nuestro planeta tiene sobre sus espaldas varias décadas de maltrato y excesivo calor absorbido en las aguas superficiales de los océanos.
Fuente: Ambito