La información pública -nacional e internacional- y los informes reservados que recibió de su Gabinete reforzó la preocupación de Alberto Fernández respecto a la próxima llegada de la segunda ola de COVID-19 y su impacto social, político y económico en la Argentina durante 2021.
El Presidente lee con muchísima atención las noticias de Europa y Estados Unidos que describen los efectos mortales causados por la pandemia en esas sociedades con robusta estructura sanitaria, y apuesta a enfrentar la segunda ola de COVID-19 con dos estrategias institucionales que dependen poco de su voluntad política.
Esas estrategias están vinculadas a la provisión de vacunas fabricadas en Rusia y China, y a la exhumación del aislamiento obligatorio cuando los muertos y los contagiados crucen la denominada línea roja. “No hay un número predeterminado. Estamos viendo si es un rebrote pasajero o algo más”, explicó Alberto Fernández en la quinta de Olivos.
La Casa Rosada firmó con el Kremlin un acuerdo bilateral que implica 30 millones de dosis de la vacuna rusa. Alberto Fernández confía en la palabra de Vladimir Putin y asume que los cargamentos de Sputnik V llegarán sin demoras a Ezeiza entre enero y marzo.
“El Fondo Ruso que invierte en la vacuna nos reiteró que todo llegará en tiempo y forma”, aseguró el jefe de Estado cuando se le preguntó si Rusia cumplirá con los plazos de entrega.
El Presidente también apuesta a la provisión de millones de dosis de la vacuna china. La compañía Sinopharm produce esta vacuna, y Xi JInping prometió a la Casa Rosada que los embarques llegaran sin demora cuando termine la negociación comercial.
Beijing exige entre 20 y 30 dólares por cada vacuna, mientras que Buenos Aires aún regatea para lograr que el precio final no pase los 25 dólares por las dos dosis respectivas. Son 15 millones de vacunas, y la diferencia en los montos es gigantesca. El acuerdo se cerraría antes de la primera semana de enero.
Sin embargo, Alberto Fernández no pierde detalle de la negociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y diseña con cautela un probable cambio en el Gabinete Nacional.
Martín Guzmán lidera las conversaciones con el staff del FMI, y ahora todo es cuesta arriba. El ministro de Economía tenía una hoja de ruta y avanzaba en el cierre de un Programa de Facilidades Extendidas. Pero Cristina Fernández de Kirchner marcó la cancha en el último acto del Frente de Todos y provocó una forzada contramarcha con final abierto.
Si se consideran los cánones históricos que ejecuta el FMI con un acreedor serial como la Argentina, y se pone enfrente la receta que explicitó CFK en el estadio Único de la Plata, será muy difícil encontrar un entendimiento político y económico que permita desembocar en un acuerdo para pagar la deuda externa contraída por Mauricio Macri.