La playa pública, como en los últimos días, está llena de adolescentes que bailan en el after-beach y toman latas de cerveza y vasos de fernet. Esta vez, los uniformados no aparecieron para tratar de dispersarlos, y del parador Boutique organizaron un deck-party, un segundo baile en burbujas para seis personas.
Son 30 cuadrados de tablas blancas de 2x2 metros, con capacidad para unas cien personas. Hay un track con un DJ que pasa musica bolichera y los chicos toman cerveza y bebidas energizantes. "Salimo' en caravana, el fin de semana", corean al ritmo de la música que suena fuerte desde los parlantes.
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Cada burbuja tiene unos bancos hechos de pallets, que son la tarima para el baile. Los organizadores aseguran que eran para 6 a 8 personas, pero los chicos se mueven de un lado a otro para estar con sus amigos. Alguien para la música: "Chicos, si no se acomodan, tendremos que cortar la música".
Del otro lado del cordón, la fiesta sigue. "Ey, ey, ey", saltan. Una chica de buzo blanco se sube a los hombros de un amigo. Otras la imitan, y los vendedores de chipá mueven sus canastas de mercadería arriba de la cabeza. De uno y otro lado, la fiesta es sin tapabocas, aunque del privado hay más de distanciamiento social. La tarde cae, mientras unos policías charlan con unos turistas y sus heladeritas. El baile en burbujas termina rápido, a las 19. “La Municipalidad cerró todo por 'incitación a la fiesta'”, cuentan a diario Clarin.
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Media hora antes, Gabriela (36), levantaba campamento en el lado público de la playa. Con su hija de un año en brazos, cuenta que los sorprendió la fiesta. “Había cuatro chicos bailando, y de repente fueron llegando más, por eso nos vamos”, explica. “Los protocolos de playa son un chiste y era obvio que iba a pasar esto, si estaban los boliches cerrados”, agrega.
Fuente: Clarin