La cuarentena obligatoria para evitar una posible expansión del COVID-19 aplana la curva de casos y, como beneficio colateral, logra una gran mejora en la calidad del aire. Circulan menos autos y funcionan al mínimo las chimeneas, por lo que la contaminación ambiental se reduce en forma considerable. Entonces, se desprende una duda: ¿la llegada de las lluvias es una consecuencia de eso?
la cordillera del Himalaya es un ejemplo, ya que se puede ver desde la India por primera vez en 30 años.
A principios de abril, las estaciones de monitoreo del aire de la Ciudad de Buenos Aires registraron una disminución promedio del 42,1 por ciento en los niveles de óxidos del nitrógeno (NOx), luego del inicio de este aislamiento. Estos óxidos son los contaminantes provenientes del transporte y algunas actividades industriales, que están frenadas desde el inicio de la cuarentena.
Y esto no sucede solo acá. La semana pasada, un estudio internacional informó sobre caídas de dos dígitos en los niveles de polución de los grandes centros urbanos del mundo. Situaciones que dejan imágenes que quedarán para el recuerdo: la cordillera del Himalaya es un ejemplo, ya que se puede ver desde la India por primera vez en 30 años.
Ante este contexto, se puede pensar que, al no contar con esos grandes contaminantes sobre las ciudades, se facilita la llegada de nubes y lluvias. Pero los especialistas son determinantes al respecto y aseguran que no hay relación entre la reducción de la actividad y las precipitaciones que hubo el fin de semana y que vendrán en los próximos días.
“No tiene nada que ver que llueva más por haber menos contaminantes”, explica a Con Bienestar Matías Bertolotti, meteorólogo del medio digital TN. “Me parece que sería al revés, que los contaminantes generarían más núcleos de condensación, por ende, más nubes y eventualmente más lluvias”, continúa.
El bioquímico, profesor de la UBA e investigador del CONICET, Timoteo Marchini, sostiene la postura de Bertolotti y asegura: “No hay relación entre llover más por una menor contaminación”.
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En España, más allá de que registraron una disminución del 64 por ciento del dióxido de nitrógeno en sus principales ciudades a finales de marzo, señalaron que las lluvias del mes estuvieron el 95 por ciento por encima de la media.
José Antonio Maldonado, director de meteorología de Meteored, indicó en un artículo: “Es el cuarto marzo más húmedo en lo que llevamos de siglo y el séptimo desde que comenzaron los registros, en 1965”.
Descartada la idea de mayor lluvia por menor contaminación, Maldonado explicó, en comunicación con el portal 20 minutos, que la reducción de contaminantes en el aire favorece que haya menos lluvia ácida, “un fenómeno que termina alterando el pH del agua de los océanos”, que como consecuencia daña a las especies marinas.
Fuente: ConBienestar