Eduardo González Rouco es “la voz” del automovilismo. Sinónimo de pasión, le puso sonido a miles de mañanas de domingo a través de los relatos de las competencias nacionales, como también en el exterior. "Cacho" también es Carburando: durante décadas acumuló historias, anécdotas y vivencias junto al rugir de los motores.
"En Carburando arranqué cuando tenia 18 y la primera carrera que relaté fue cuatro años después. La primera en forma permanente que me tocó fue en Buenos Aires. Isidro -su padre- siempre tenía una idea muy clara: Carburando tenía que destacarse en todo aspecto. Con las trasmisiones y que fuera todo verdad lo que se decía. Y por otro lado empezar con el uniforme, para identificar a la empresa, al equipo. Se buscó hacer un cambio importante", contó "Cacho" Rouco en diálogo con Raúl Ramis, en el programa "El magazine de Gran Premio" por Cadena OH!
En referencia a su padre, dijo que "era un tipo que había hecho una gran experiencia. Y fue el creador de APRA (Asociación Periodistas Radiales de Automovilismo) creada para intentar evitar las malas intenciones de lo equipos. En una época se trataba que otro que estaba trasmitiendo, no saliera o tuviera un problema. Eso pasaba en las antenas que se ponían en los aviones para trasmitir. A partir de esas circunstancias creó la institución".
Leer también: Domínguez: "Conservar nuestro arco en cero y ser contundentes en el arco del rival es muy bueno para Colón"
El entrevistado de Cadena OH! recordó que "técnicamente todo era muy primitivo. A veces salíamos al aire pero no teníamos certeza porque no había retorno. A veces nos esterábamos si había salido bien o mal recién a la noche cuando pedíamos la comunicación y en Buenos Aires decían si estaba bien, regular o con un poco de ruido".
"Amigo, no fui nunca de ningún piloto, pero si tuve muy buena relación con todos en general", confesó el periodista. A su vez, dijo que pasaron situaciones muy feas en las trasmisiones, por ejemplo "en Tandil, teníamos el acoplado y nada más. En un momento hubo que poner arriba de una mesa, otra mesa, porque llovía mucho y así evitar que se mojaran las hojas. En un momento dijimos que hacía falta armar una cabina, que luego nos cambió la vida".
Escuchar también la nota completa