Por fuera del mundo comercial y productivo, muchos países trabajan en estrategias de resocialización de las personas a través de un concepto: las "burbujas sociales". Nueva Zelanda -uno de los países más exitosos en la lucha contra la pandemia- es uno de los que a través de esta fórmula flexibilizó la vida social de las personas.
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Un informe de la BBC señala que mientras la recomendación de permanecer en la casa y evitar en lo posible las interacciones sociales en dicho país sigue en pie, las nuevas reglas que entraron en vigencia autorizan a la población a ampliar su círculo de contactos.
¿Qué implica esto? “La gente debe continuar dentro de la burbuja de su hogar pero puede expandirla para reconectarse con su familia extendida, o para traer cuidadores, o para ayudar a personas aisladas", dice el gobierno en su página web, "siempre y cuando todos vivan en el mismo pueblo o ciudad". El contacto entre este grupo de personas debe ser exclusivo: es decir, las personas que forman parte de esta burbuja no pueden formar parte de otra.
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"Esta aproximación es una manera de aumentar el contacto social a la vez que se minimiza el riesgo de transmisión de la enfermedad, ya que si se produce una infección se queda dentro de la burbuja y no puede transmitirse a otras", explicó Stefan Flasche profesor asociado de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres.
"Es una forma eficiente de relajar las restricciones que, en principio, es viable en casi cualquier situación donde ya no esté aumentando el número de contagios", dijo. Otros gobiernos que evalúan la posibilidad de incorporar esta estrategia establecen un límite de 10 personas para las burbujas sociales.