Cristian Scine es un ciudadano santafesino que se dedicó siempre al ámbito de la seguridad privada y la vigilancia. Así lo detalló en diálogo con Sin Mordaza TV. En el programa, admitió que estaba trabajando circunstancialmente, “haciendo una changa”, cómo sereno de un edificio y en ese contexto lo acusaron de “asociación ilícita, estafa y usurpación”.
Sin embargo, el inmueble que debía vigilar, escondía una trama histórica, marcada por el litigio entre distintas personas por un edificio que hace décadas está abandonado en una zona neurálgica de la ciudad.
La construcción era otra que ese gigante blanco ubicado en la esquina de Suipacha y 9 de Julio, sitio peculiar de la capital provincial.
La historia de un abandono que comenzó con plena oscuridad
La firma Eduardo Rubén Poux Construcciones inició con los trabajos de edificación de la mítica obra, hace más de 26 años, en abril de 1993.
En principio, el objetivo madre era construir el edificio “Sol III”. Durante algunos meses, los trabajos transcurrieron sin mayores inconvenientes. Inclusive, en 1994 ya habían realizado ventas de los departamentos, las cocheras y los locales comerciales.
Aun así, con los avances de los trabajos edilicios comenzaron problemas relacionados a la energía eléctrica que, increíblemente, dejaron sin luz a casi toda la ciudad de Santa Fe durante varios días.
La Empresa Provincial de la Energía (EPE) detectó un daño en el cable OF que atravesaba la capital provincial de este a oeste, en la vereda de calle Suipacha. Debido a ello, la constructora debió atravesar una demanda por “daños y perjuicios”.
Sin embargo, ya que la responsabilidad de la empresa no fue probada, la firma demandó a la EPE por $13.125.252.
Un conflicto sin final, que dejó sin trabajo a un simple changarín
Luego de un abandono de casi 26 años, el edificio volvió a entrar en litigio por quienes aseguraban ser sus dueños. Uno de ellos sería Daniel Bardina, quien fue el encargado de confirmar que tras décadas se finalizaría la construcción del inmueble, y quien habría contratado a Cristian Scine para cumplir funciones de sereno.
Tras la comunicación acerca del reinicio de las obras, otras dos personas que también afirmaron ser propietarios del lugar, Liliana Cosentino y Horacio Crespo, lo denunciaron por daños y usurpación.
Desde allí, el litigio personal pasó a la justicia. Mario Bardina, fue imputado por los delitos de asociación ilícita en carácter de organizador, estafa procesal y usurpación con el fin de quedarse con el edificio de 9 de Julio y Suipacha.
Por los mismos delitos, con la diferencia de ser miembros de la banda y no organizadores, imputaron también a dos abogados Cristian B. y Gustavo D. R. y a dos changarines.
Quien resolvió la imputación fue la jueza Sandra Valenti. Por otro lado, en representación del Ministerio Público de la Acusación (MPA) actuaron las fiscales María Gabriela Arri y María Lucila Nuzzo, acompañadas por el fiscal general Carlos Arietti, el fiscal Estanislao Giavedoni (Oficina de Investigación y Juicio) y el fiscal Omar de Pedro.
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“Yo y un compañero fuimos contratados para ser serenos allí, las 24 horas, todo el día”, aseguró el sereno en diálogo con Sin Mordaza TV, y además contó: “En el edificio trabajábamos de serenos y hacíamos mantenimiento”.
En la misma charla televisiva, Scine reconoció que “no conocía y nunca supo” de la larga historia sobre el litigio del inmueble, e insistió en que le ofrecieron el trabajo y sólo lo tomó por necesidad.
La imputación contra el sereno no sólo derivó en algunos días de cárcel para él y la obligatoriedad de concurrir al MPA todos los meses para asegurar su presencia en la ciudad. Las autoridades judiciales también decidieron quitarle su teléfono personal y con ello le arrebataron la posibilidad de acceder a un empleo estable.
“Me quitaron el teléfono”, reconoció Scine y afirmó que lo necesita con suma urgencia porque estaba esperando un llamado “de una empresa de seguros muy importante”, que lo iba a contratar para trabajar allí a partir de marzo.