Definidas por la Nación como zonas de “alarma epidemiológica” y rubricado por decreto provincial a instancias del gobernador Omar Perotti, las clases quedaron suspendidas en los departamentos Rosario y San Lorenzo desde este lunes.
La apuesta de Santa Fe respecto de la presencialidad en la aulas es amesetar la curva de contagios en los próximos días, para ganar tiempo a fin de “rediscutir” los parámetros establecidos por la Nación.
Por otro lado, la vuelta a la virtualidad, reclamada por los gremios docentes, se anexaría con la necesidad de reducir la circulación en las calles, en tanto “el sistema educativo moviliza un tercio de la población activa”, explicó Gustavo Terés, delegado de la seccional AMSAFE Rosario, a Sin Mordaza.
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Si bien Santa Fe preparó protocolos y vacunó a docentes para garantizar que los alumnos regresen a la presencialidad luego de un 2020 con un complicado vínculo pedagógico, “suspender las clases ameritaba una responsabilidad muy grande, aunque si vemos el resto del mundo, con estos mismos índices otros países ya lo habían hecho”, argumentó el gremialista.
Aunque la medida fue celebrada por los sindicatos de la provincia, “el tono del gobernador, durante su discurso, demuestra una decisión que no comparte y que reduce el tiempo de la suspensión de clases a solo una semana. La discusión no es escuela si o escuelas no, sino aproximarnos a un otoño con niveles de contagios más bajos para que todos podamos volver a una presencialidad cuidada”, agregó.
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