El mismo día en el que trasplantaron en Rosario a Pablito, el nene de 8 años que recibió un hígado a causa de una hepatitis fulminante, en la provincia se hicieron otros cuatro operativos. Aún hay 21 menores en la lista de espera.
Todos están registrados en el Sistema Nacional de Información de Procuración y Trasplante de la República Argentina (Sintra), tal como lo indica el protocolo. La mayoría precisa un riñón. Cinco de ellos esperan un hígado. Otro de los chicos necesita un corazón y hay uno más esperando un trasplante bipulmonar.
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“Suele suceder que la opinión pública y los medios de comunicación se centren en un caso en particular, por diversas razones, como ocurrió en estos días con Pablo Albarez, pero lo cierto es que los operativos se realizan en forma frecuente gracias a la labor coordinada de cientos de personas, tanto del sector público como privado de la salud, que funciona muy bien en Santa Fe. Son decenas de personas, en cada operativo, que ponen sus conocimientos y su esfuerzo para que las cosas salgan lo mejor posible”, dijo el director del Cudaio Santa Fe, Mario Perichón.
La situación de Pablo, que este viernes regresó a su casa en Funes luego de que le realizaran un injerto en el Sanatorio de Niños, es un claro ejemplo “de cómo funciona el sistema”, señaló Perichón, ya que se trata de un niño que proviene de un hogar humilde, que fue atendido primero en un dispensario de Funes donde vive, derivado al Hospital de Niños Zona Norte y finalmente trasplantado en un centro privado, habilitado por el Incucai para este tipo de operaciones, sin que el operativo representara ningún costo económico para su familia.