Oscar Luciano Elías Ríos cumplía 33 años ayer, cuando frente a un pasillo mantuvo un encontronazo con un muchacho que le costó la vida.

"Se hace lo que se puede. Se escuchan disparos todos los días, todos estamos adentro, se esperan unos minutos. Y recién después uno se asoma. Y cuando salís para hacer un mandado o para llevar a los chicos a la escuela, estas en manos de Dios". Como si fuera una receta de cocina, una vecina de Liniers y las vías paralelas a calle Tupac Amaru explicó cual es su manera de enfrentar la muerte y no caer baleada en esa zona de barrio Ludueña.

Oscar Elías Luciano Ríos no tuvo esa fortuna. Ayer, pasadas las 10.30 de la mañana, mantuvo una discusión con un muchacho de la zona. Y fue asesinado de un balazo por la espalda. Mientras dos hombres armados bajaron de un auto en un movimiento que los vecinos dijeron, era una secuela de la cacería contra el matador de Ríos.

En la línea de fuego

"Amigo váyase. Nadie le va a hablar. Nadie le va a contar nada porque la zona está súper picante. Si a usted le pasa algo ¿dónde vamos a llevar el pésame?", le dijo con espíritu fraternal un vecino a este cronista después de un incidente que involucró a un Peugeot 206 blanco, un Citroën C4 gris y una moto de 110 centímetros cúbicos que llegaron a toda velocidad hasta el cruce de Liniers y el pasaje Rafaela.

Entonces, al menos dos hombres bajaron armas en mano y tras observar la zona de la vía salieron "de vuelo" del lugar. "Deben estar buscando al pibe que mató al tipo éste", indicó en voz muy baja uno de los residente. La escena fue presenciada por una decena de vecinos, muchos de ellos que regresaban de llevar sus hijos a la escuela. Esa circunstancia modificó completamente la actitud de las gente de la zona que se cerró en un hermético silencio.

Sobre Ríos, la mayoría de los residentes dijeron no conocerlo. Sólo una persona contó que lo habían asesinado el día de su cumpleaños (ayer la víctima cumplía 33 años) y que a pesar de haber estado en conflicto con la ley penal "ya estaba rescatado", eufemismo para explicar que la persona se alejó del delito. En su prontuario tenía anotaciones judiciales por delitos de amenazas y usurpación de títulos y honores. Otros residentes indicaron, vagamente, que el hombre "era vendedor ambulante", pero también hubo quienes desconocieron ese detalle al indicar que "no llevaba nada que hiciera pensar que era paquetero".

Oficialmente se precisó que a Ríos no le faltaron pertenencias y que la hipótesis de la muerte en ocasión de robo no guiaba la investigación.

Liniers marca uno de los muchos cruces informales sobre las vías que corren paralela a Tupac Amaru (al sur) y Humberto Primo (al norte). Junto a esas vías se erigen humildes construcciones de material o sencillos ranchos de chapa y madera. Para muchos de los vecinos, esas vías son el patio de sus casas. Allí los niños juegan, las doñas se sientan a tomar mates y los adolescentes hacen "juntadas". Todo eso a menos de dos cuadras de la escuela "Luisa Mora de Olguín", conocida por el trabajo social que llevó adelante allí el fallecido padre Edgardo Montaldo.

Límites marcados

Liniers y las vías marcan un paso no sólo entre barrios, sino también entre territorios gobernados por distintos transeros. En reiteradas oportunidades los vecinos han denunciado que al norte de las vías y hacia la cancha de Tiro Federal está el feudo de "Diente" y "Caracú"; y de Liniers al sudoeste se reparten el territorio "El gordo Brian" y la banda de "Los tortitas".

Ríos cayó muerto de un balazo en la espalda a 200 metros de la canchita de Tupac Amaru entre Pedro Lino Funes y Teniente Agnetta en la que fuera mortalmente baleado el 25 de diciembre pasado Jonatan Ezequiel Jerez, de 28 años, quien falleció el 8 de enero pasado en el Heca.

El jueves, en la audiencia oral y pública en que fue imputado por ese asesinato a Brian Facundo M., de 19 años y sindicado como integrante de "Los tortitas", la fiscal Marisol Fabbro expuso además el mar de fondo que hubo alrededor del crimen de Jerez. Basada en un informe del Organismo de Investigaciones de apoyo al Ministerio Público de la Acusación, indicó que la banda de "Los tortitas está vinculada con la banda de Doris, que se maneja en el asentamiento de calle Flammarion" de zona sur, y que cuenta con complicidad policial de la comisaría 12ª.

Por ese motivo la Unidad Fiscal de Violencia Institucional inició una investigación sobre el accionar de esa seccional en el asesinato de Jerez y las horas que siguieron al ataque a balazos que lo dejó agonizante.

En territorio prohibido

Con ese mar de fondo, Oscar Ríos cruzó las vías ayer a la mañana por calle Liniers y se sumergió en un límite territorial. "Habló conmigo. Yo le pregunté si sabía donde se iba a meter y me dijo que sí. Y mirá, lo sacaron en una bolsa negra", indicó un vecino que dijo haber charlado con Ríos poco antes de su crimen.

"El hombre se sentó ahí —dijo una vecina señalando un piedra— y comió un bizcocho. Al rato se escucharon dos balazos, y cuando nos asomamos estaba tirado en el piso en la entrada del pasillo", explicó.

Ese pasillo conecta calle Liniers con Pedro Lino Funes haciendo una diagonal. "Yo escuché como si golpearan las chapas. Dos o tres veces. Ahí me di cuenta que eran balazos. Esperé un rato para salir y cuando me asomé vi al hombre (Ríos) tirado en el piso. Tenía como un ataque de epilepsia. Pero cuando nos acercamos con un vecino nos dimos cuenta que tenía un balazo en la espalda", agregó otro residente.

Investigación

La investigación del crimen de Ríos quedó en manos del fiscal de la Unidad de Homicidios Florentino Malaponte, quien comisionó a efectivos de la Policía de Investigaciones (PDI) para que trabajaran en la escena tomando testimonios ya que en el lugar no existen cámaras de videovigilancia públicas o privadas.