La internet profunda (o deep web, como se conoce comúnmente) es la parte de internet formada por las capas de red más profundas. Contiene páginas no indexadas por los motores de búsqueda, y se trata, por tanto, de un área de comercio que queda al margen del control de cualquier entidad o corporación en la que los usuarios pueden mantener un alto grado de anonimato. Esto convierte a la deep web en un entorno oculto en el que se llevan a cabo todo tipo de transiciones y actividades, tanto legales como, en muchos casos, ilegales.
El listado de actividades ilícitas que tienen lugar en este ámbito es muy amplio, y enumerarlas por completo sería tarea difícil porque en los recovecos del internet profundo se pueden encontrar productos y servicios de los más retorcidos y extravagantes. Una de las actividades cuyo comercio está en alza en los últimos tiempos a raíz del avance de la digitalización y las nuevas tecnologías es la relativa a la venta de datos.
Como muchos ya saben, la privacidad es una de las cuestiones con más relevancia en el ámbito de internet. Esto tiene que ver, sobre todo, con que su salvaguardia no siempre es sencilla y porque es el objetivo de gran parte de operadores en línea —tanto los que se dedican a actividades lícitas, como a actividades ilícitas—.
Así es, nuestros datos, nuestra información personal, es una auténtica gema en nuestro tiempo. Para las grandes empresas de Silicon Valley porque, a través de su comercio (destinado principalmente a fines publicitarios y de marketing), amasan las fortunas que les han convertido en auténticos gigantes en el mundo empresarial. Para los ciberdelincuentes, porque nuestra información personal es la llave para poder llegar a nosotros y convertirnos en víctimas de scams, estafas, malware, phishing u otro tipo de amenazas de este tipo.
La tipología de datos que se venden en este entorno es de lo más variada. Desde datos de acceso a sesiones de cuentas con criptomonedas, datos de crédito e información bancaria, o datos de inicio de sesión de herramientas de procesamiento de pagos, a datos de inicios de sesión en redes sociales, correo electrónico y plataformas de streaming y gaming, pasando por datos sobre cuentas en portales de comercio electrónico, documentos de identificación, base de datos e incluso falsificaciones de documentos. Las diferentes tipologías cotizan a diferentes precios, y dentro de cada paquete de datos, los precios pueden variar en función de a quién pertenezca, de su procedencia, de su relevancia o de factores similares.
Así las cosas, es necesario poner un extra de atención en protegernos de las intenciones maliciosas de determinados operadores en línea. Como nos indica en este artículo ExpressVPN, este tipo de operadores lo que pretenden es sustraer nuestra información personal para lucrarse a nuestra costa. Aunque no siempre sea fácil identificar que estamos siendo víctimas de este tipo de comportamientos, hay algunas cosas que podemos hacer para prevenir en la medida de lo posible los daños. Por un lado, están las herramientas que nos permiten determinar si algunos de nuestros datos están en venta en algún establecimiento de la deep web. Un ejemplo de este tipo de herramientas es Firefox Monitor. Por otro lado, seguir una serie de medidas preventivas para blindar nuestros accesos y nuestras navegaciones puede ayudarnos a proteger nuestra privacidad en línea de manera relativamente sencilla y efectiva. Teniendo en cuenta pautas como la no reutilización de contraseñas, la habilitación de sistemas de autenticación multifactor, la revisión de la configuración y las políticas de uso y privacidad de los servicios y aplicaciones que utilicemos, la revisión de posibles vulneraciones en nuestras cuentas, la limitación de la exposición de información en la red (ej. a través de redes sociales), o la protección a través de sistemas como antivirus o VPN, estaremos alineándonos con un uso más seguro, privado y fiable en nuestras actividades en la red.
