La angina de pecho, que es un dolor opresivo, puede indicar la presencia de enfermedad microvascular de las pequeñas arterias, una condición más frecuente en mujeres tras la menopausia y en personas con diabetes, hipertensión arterial o antecedentes de miocardiopatía.

“La enfermedad coronaria más conocida es la producida por la aterosclerosis, donde se obstruye parcial o totalmente alguna arteria coronaria. Sin embargo, hay enfermedades que -aun compartiendo los mismos síntomas característicos- tienen otro origen, se hallan por fuera de las grandes arterias y se ubican en las más pequeñas, cuyo funcionamiento no se evalúa con los estudios habituales”, explicó el doctor Ricardo Iglesias (MN 58.310), expresidente de la Sociedad Argentina de Cardiología.

Quienes presentan trastornos en la microcirculación, se internan con frecuencia porque sienten dolor de pecho persistentemente, pero se les efectúa una batería de estudios convencionales y pareciera que no tuvieran nada. Hoy se sabe que el pronóstico para esta enfermedad no es tan bueno, porque muchos pacientes en los que esta afección evoluciona pueden terminar en infarto, inclusive en insuficiencia cardíaca o la muerte.

“Hay que tener una nueva visión, otra apertura para ver que la enfermedad coronaria existe más allá de la placa aterosclerótica, a veces incluso coexisten”, manifestó el especialista recientemente, durante una ponencia sobre el tema, denominada “Enfermedad cardiovascular, más allá de la placa aterosclerótica”, argumenta Iglesias.

El especialista puso el ejemplo de pacientes que sí tienen una arteria tapada, por los que se les realiza una técnica conocida como ‘cateterismo’, que desobstruye la arteria y elimina la placa aterosclerótica: “Los datos indican que, entre ellos, 1 de cada 3 seguirá teniendo dolor dentro de los 6 meses, aun cuando esa intervención haya sido exitosa y la arteria esté bien. Evidentemente, allí está coexistiendo la enfermedad aterosclerótica con problemas de microcirculación”.

Es necesario considerar, agregó, que puede haber otro mecanismo involucrado “que muchas veces no es detectado a través de un cateterismo y hay que usar otros métodos diagnósticos, como la resonancia magnética nuclear o la tomografía por emisión de positrones (PET, por sus siglas en inglés), que son estudios algo más sofisticados que evalúan cómo se contraen o dilatan las arterias más pequeñas; este es un concepto innovador”, concluyó el especialista.