La falta de mantenimiento y la acumulación de agua las lluvia generan serios inconvenientes a productores. “Toda la red caminera está en una situación de implosión”, se quejó un productor de Montefiore.

 

“Mientras el país espera que la producción nos saque del agua, no tenemos por dónde sacar la soja ni la producción ganadera, porque es una situación de abandono”. Así sintetizó la difícil situación que atraviesa el noroeste provincial, el productor Oscar Tzoiriff, desde la pequeña localidad de Colonia Montefiore, ubicada en el departamento 9 de Julio, a 6 km de la Ruta Nacional 95, que la vincula al norte con Tostado y al sur con Ceres.

En toda esa zona santafesina, al igual que en otros puntos del resto del norte, los caminos rurales y las rutas están muy deteriorados, al punto que “toda la red caminera está en una situación de implosión”, describió el productor, quien además dijo: “No tenemos llegada a los campos”.

Los productores pagan una Tasa por hectárea que debería ser destinada para el mantenimiento de los caminos rurales. Cada propietario de un lote paga el equivalente de x cantidad de litros de gasoil en relación a la cantidad de hectáreas que tiene su campo. “Si no pagamos ese impuesto nos ejecutan los campos, pero ellos no hacen su parte, porque ese dinero no volvió en obras”, dijo Tzoiriff, quien se preguntó “qué se hizo con el dinero recaudado”.

Para este productor el problema no es nuevo, ya que “los caminos no tienen mantenimiento desde hace muchos años”, advirtió. Cabe advertir que el dinero que deben pagar es en carácter de una tasa específica para el mantenimiento de caminos y no un impuesto, cuyos fondos —en ese caso— podrían ser destinados a otro fin.

Alcantarillas rotas

Mientras los productores esperan una solución a su problema, el proyecto de ley de consorcios camineros sigue en discusión. El mismo propone que los productores se agrupen en una comisión para gestionar con su dinero el mantenimiento de los caminos. Pero dicho proyecto nunca se sancionó.

Hoy que la situación es grave por la cantidad de milímetros de agua de lluvia caída y el tiempo prolongado de días de inestabilidad climática, quedó de manifiesto la fragilidad de la red de caminos “intransitables, con alcantarillados rotos, arboledas al costado y sin vías de escurrimiento”, enumeró Tzoiriff. “Estamos pagando las consecuencias, el productor no puede llegar a su campo, no puede tomar decisiones en tiempo y forma, y eso se traduce en pérdidas ganaderas y agrícolas, que son más sensibles porque estamos en época de recolección y no tenemos caminos para cosechar la producción”.

Pero el problema que ocasiona la intransitabilidad de caminos perjudica no sólo a los productores, sino también a todas las familias de las colonias, que no pueden llevar a los niños a la escuela o a los centros de salud, al igual que ocurre en este último caso con los adultos mayores. Tampoco pueden llegar hasta las escuelas las maestras rurales. “Solamente el que padece la vida que nos toca atravesar hoy sabe de qué se trata esto”, dijo Tzoiriff.