La asociación entre genética y depresión fue desmentida 23 años después del hallazgo del primer factor genético vinculado a ese mal, en una amplia investigación publicada en el American Journal of Psychiatric.

En las últimas dos décadas fueron identificadas otras variables genéticas vinculadas con los disturbios depresivos, pero la investigación volvió a demostrar la ausencia “de vínculos estadísticamente significativos” entre la depresión y los principales 18 genes.

El artículo se llama "No Support for Historical Candidate Gene or Candidate Gene-by-Interaction Hypotheses for Major Depression Across Multiple Large Samples". En él, por primera vez se utilizó un conjunto de datos genéticos procedentes de una amplia muestra de la población, llegando a un número total de 620.000 personas.

Los investigadores examinaron los efectos principales “de los tipos de genes, las diversas tipologías de la depresión y los principales condicionamientos ambientales, de abuso sexual o físico durante la infancia, así como adversidades sociales y económicas”.

Los resultados son “inequívocos”, según calificaron los autores del trabajo: ninguna evidencia científica clara fue hallada entre los genes estudiados y la depresión. “No resultan diferencias significativas de correlación con los disturbios depresivos mayores”, determinaron.

En conclusión, el gran número de asociaciones entre genes y depresión reportados en la literatura científica probablemente se referían a falsos positivos, teniendo en cuenta las muestras consideradas.

Al momento actual, por lo tanto, no hay garantías de que una persona sufrirá depresión según las características de uno o más genes. Pero los expertos exhortan no obstante a no abandonar la investigación de los factores que podrían tener influencia en la depresión.

"Estamos lejos del conocimiento de las relaciones seguras entre genética y depresión. El ambiente es en todo caso el que parece desempeñar el papel fundamental", afirmó el psiquiatra Massimo Cozza, director del departamento de Salud Mental del centro Roma 2, uno de los mayores de Italia. "A la luz de este estudio -agregó- es aún más importante realizar un trabajo de prevención sobre determinantes ambientales, psicológicos, relacionales, sociales y económicos”.