Trevor Hahn, un artista estadounidense que creció haciendo senderismo y escalando en su Colorado natal, perdió la vista debido al glaucoma hace cinco años. Logró llegar a la cumbre del Gokyo Ri (un pico de 5.357 metros de altura en la región de Khumbu del Himalaya de Nepal) con la ayuda de bastones de trekking y un equipo de compañeros que tocaban una campana y le daban instrucciones habladas para orientarlo. En esta hazaña logró evitar el mal de altura y superar muchos escollos que otros en su equipo también experimentaron, propios del montañismo, pero aún le preocupaba no poder dar lo máximo de sus capacidades en ese ascenso.

Lo que no sabía entonces, era que la respuesta a lo que él necesitaba para sentirse un deportista pleno estaba a punto de llegar. Ocurrió un sábado del otoño pasado, en medio de una reunión con amigos que había organizado junto con su esposa Mandy. En confianza comentó al grupo acerca de su frustración por no poder descollar en el deporte como él sabía que podía hacerlo. Entre los invitados estaba Melanie Knecht, una musicoterapeuta de 29 años, que nació con espina bífida, un defecto neural, por el que pasa su vida en una silla de ruedas. Ella y Hahn se habían conocido en una clínica de boxeo adaptado a personas con discapacidades en Fort Collins unos meses antes.

Como su amigo, Melanie creció acampando y disfrutando de aventuras al aire libre. En 2012, viajó a la Isla de Pascua, en la costa de Chile, con un compañero. Sabía que no había manera de poder sortear las estatuas Moai en su silla de ruedas, entonces lo convenció para que la llevara en una de esas mochilas que los padres usan para transportar a los niños pequeños. Juntos lo consiguieron, aunque la experiencia no fue ciento por ciento exitosa porque ambos se sintieron un poco incómodos: él por el peso extra y ella porque el tamaño del dispositivo era muy pequeño. Fue entonces que pudo darse cuenta que ajustando un poco algunos destalles, la idea podría funcionar de todos modos.

Sería cuestión de encontrar el compañero indicado, tal vez un chico más joven capaz de soportar su peso, y una mochila diseñada a medida para un cuerpo de mujer. Fue así que cuando escuchó a Hahn hablar sobre su viaje a Nepal, rápidamente se dio cuenta de que era el tipo de partenaire que ella había estado buscando y se lo propuso inmediatamente. También al instante él aceptó.

"Siempre creí que puedo ser las piernas para alguien si otros pueden ser mis ojos", le respondió. Se pusieron en marcha para diseñar su aventura juntos y lo primero que consiguieron fue que Freeloader, una compañía de equipamiento portátil les donara una mochila más grande y mucho más cómoda que la primera utilizada por Melanie. Luego, anunciaron públicamente su desafío: escalar al menos uno de los picos de 4.267 metros de Colorado en agosto, tal vez incluso el Monte Elbert, que con una altura de 4.400 metros es el más alto del estado.

"Para nosotros, unirnos para hacer esto parecía tener sentido", declaró Knecht a la publicación especializada en deportes extremos Outside. "Si dos personas que tienen una idea loca se encuentran, ya no es una locura. Es tan solo una idea".