Sabemos que practicar yoga regularmente es una de las mejores formas de mejorar nuestra salud mental y emocional. Lo escuchamos tanto que hasta se transformó en un cliché.

A muchos nos pasa lo mismo que con esos autores célebres: todo el mundo conoce a Borges o Cortázar y de tanto mencionarlos cree hasta haberlos leído. Claro que no es lo mismo saber quiénes son y por qué son tan buenos que sumergirse en sus libros y disfrutarlos.

El yoga es eso, algo que sabemos que hace bien y que alguna vez hasta quizá probamos, pero ¿qué hay de practicarlo regularmente, experimentar en carne propia sus beneficios?

Estamos de acuerdo en que brinda una mayor flexibilidad y un cuerpo tonificado. Quizá leímos que hay fuerte evidencia científica de que esta disciplina ayuda a mejorar los síntomas del dolor lumbar, depresión y ansiedad y que mejora el estado de ánimo. ¿Y entonces por qué todavía no lo adoptamos como rutina? ¿Es porque las clases son demasiado lejos, acaso creemos que las posturas son difíciles, tememos cansarnos? Posiblemente así sea y es válido considerarlo. Sin embargo, también es cierto que algunos de sus principios son tan sencillos de aplicar y varios de sus ejercicios son tan fáciles de hacer, en cualquier momento y en cualquier lugar, que vale la pena aprenderlos para sumarlos a los hábitos diarios.

Esta actividad física es posible por un proceso distinto al de los deportes, no es el cuerpo el que guía, sino que este se mueve gracias a la concentración de tu mente

Veamos cómo

Repasemos, antes: ¿qué es? "La palabra yoga significa unión: unión de cuerpo, mente y espíritu", explica la profesora Alicia Dely. "Su práctica ayuda a todo el mundo a sentirse mejor, porque cuando uno logra encontrar un equilibrio físico, mental y espiritual, cuando ‘todos los patitos se alinean’ como bromeo con mis alumnos, uno se empieza a reconocer a sí mismo". Esto ocurre a través de la respiración, el controlar la entrada y salida del aire por medio de la concentración y de técnicas particulares, puede entrar en una meditación en movimiento.

"Esta actividad física es posible por un proceso distinto al de los deportes, no es el cuerpo el que guía, sino que este se mueve gracias a la concentración de tu mente", explica la profesora.

El hatha yoga es el descanso seguro para quienes se sienten agobiados por cualquier dolencia física, mental o espiritual.

Alicia guía a sus alumnos para lograr la concentración desde el inicio al final de la clase, cuando el cuerpo empieza a entrar en su estado de concentración, cerrando los ojos y prestando atención al aire que entra y sale de la nariz. "Así de a poco logramos encontrarnos con nosotros mismos, nuestro camino interior y esto hace que el cuerpo acompañe, que cedan las tensiones, que el sistema nervioso se equilibre, que todos los órganos se oxigenen y empiecen a funcionar mejor", señala Dely.

"La clave de la práctica es la respiración, sentir que el aire entra y sale por los orificios nasales, que tienen sus cilias, esos pelitos suaves, que permiten purificarlo", explica. Por medio de la práctica constante, es posible vencer ataques de pánico, crisis nerviosas, las contracturas que a veces se acumulan en el cuerpo por cuestiones emocionales, relajar la columna vertebral y lograr una mejor circulación de la sangre en todo el organismo.

Un ejercicio muy fácil para descansar la mente que recomienda Alicia es taparse los oídos con las manos, cerrar los ojos y sencillamente observar cómo el aire entra y sale por la nariz. Reconocer su ritmo, su temperatura, como se aquieta el pecho, los ruidos exteriores se acallan dentro de la cabeza y sentir cómo está el cuerpo, si se lo percibe más descansado y aliviado o si todavía hay tensiones y malestares.

"El hatha yoga es el descanso seguro para quienes se sienten agobiados por cualquier dolencia física, mental o espiritual. Es como el agua generadora de la vida y la energía, permite hacer un viaje imaginario hacia el interior, bucear adentro de la consciencia y así es como se genera el bienestar, aunque haya problemas, dolores físicos o espirituales, es conectarse con el presente”, concluye la profesora Dely.

Un ejercicio para hacer a diario

Sentado o tendido en el suelo, empezar con los ojos cerrados por prestar atención a la propia respiración. Sin controlarla, sin forzarla, simplemente observar como el aire entra y sale por la nariz.

Si hay tiempo y es buena la concentración se puede sumar una visualización de los colores de los siete chakras: rojo para la base, naranja para el sacro, amarillo para el plexo solar, verde es el corazón, azul en la garganta, índigo en el tercer ojo (la frente) y violeta en la coronilla de la cabeza. La visualización culmina imaginándose a sí mismo envuelto en un halo blanco que luego se convierte en dorado. Para salir de la meditación empezar a respirar con mayor energía y abrir lentamente los ojos.

Ponerse de pie suavemente y a arrancar el día.