Un grupo de expertos en emergencias recorre distintas provincias para dar capacitaciones de RCP y donar desfibriladores. El miércoles pasado visitaron Golondrina, en Santa Fe, y se reunieron con la familia Coronel, familiares del joven que falleció tras atajar un penal con el pecho en la fiesta patronal de San Manuel.

El martes 9 de julio la tragedia invadió al Paraje San Manuel, una localidad ubicada al norte de la provincia de Santa Fe, cuando un joven de 17 años murió luego de detener un penal con el pecho durante un partido de su equipo, Unión de Golondrina, a unos 30 kilómetros, en el marco de un encuentro organizado como parte de la fiesta en honor a la Virgen de Itatí.

Ramón Ismael "Piki" Coronel recibió un pelotazo en la zona del tórax durante la tanda de penales. El arquero se puso de pie tras el impacto pero a los segundos se desplomó: sufrió un paro cardiorrespiratorio. A falta de una ambulancia, los vecinos lo trasladaron en una camioneta al hospital de Reconquista, el más cercano, a 50 kilómetros, pero no pudieron reanimarlo.

Acceso a servicios

El hecho reveló la falta de acceso a los servicios de emergencia en el pueblo de San Manuel. Lo mismo sucede en Golondrina, donde vivía Coronel. "Allí hay una sala de primeros auxilios y una ambulancia de media complejidad que lo que hace ante un caso de mediana gravedad es trasladar al paciente al hospital más próximo, a 15 kilómetros, pero si se trata de un caso de alta complejidad lo tienen que llevar a Reconquista", describe el técnico en emergencias e instructor de paramédicos, Carlos Montaldo.

Dos semanas después del triste episodio, Montaldo y un grupo de expertos en primeros auxilios visitaron Golondrina como parte de una iniciativa solidaria que encabezan llamada Proyecto Salva Corazones. Estuvieron el miércoles pasado junto a la familia del joven fallecido para darles una capacitación abierta de reanimación cardiopulmonar (RCP) a los habitantes y donarles un desfibrilador automático externo (DEA).
Ambas acciones son la razón principal del emprendimiento. Bajo el eslogan "transformando las palabras en acciones", la propuesta tiene los objetivos de fomentar la prevención, formar instructores y concientizar sobre la importancia de estar preparado para una situación límite similar. "Enseñamos y entrenamos a la gente para que intenten y puedan salvar vidas", explican.

Paro

La Fundación Cardiológica Argentina (FCA) explica que en ocasión de un paro cardíaco el corazón deja de realizar su principal función, la de bombear la sangre hacia las arterias para que lleguen el oxígeno y otros nutrientes a los tejidos. En estos casos, la persona afectada pierde la conciencia y deja de responder, de respirar normalmente. La muerte cerebral y la muerte clínica comienzan a ocurrir entre 4 a 6 minutos después de un paro cardíaco.

Ante una señal de alerta lo primero que debe hacerse es llamar al número local de emergencias médicas y comenzar rápidamente las maniobras de RCP, agrega la FCA. Cada segundo que pase es crucial para la vida del paciente. Se calcula que por cada minuto de demora sin asistencia, se pierde un 10% de posibilidad de sobrevida y más allá de los 5 minutos la probabilidad se reduce considerablemente.

Importancia de la RCP

La RCP puede ser la diferencia entre la vida y la muerte de una persona. Las estadísticas marcan que en Argentina 40 mil personas mueren por año a raíz de un paro cardíaco fuera del ámbito hospitalario. La cifra representa el 70% de los casos, lo cual implica que los miembros de la comunidad son la primera opción para encargarse de atender un episodio de muerte súbita.

Sin embargo,"solamente el 10% de la gente dice estar entrenada o haber hecho el curso de RCP, que dura solo dos horas. Yo soy instructor desde el año 1999 y llevamos 250 mil personas entrenadas. Para nosotros es mucho, pero es en realidad un granito de arena en el desierto", grafica Montaldo.

En este contexto, Montaldo inició el año pasado el Proyecto Salva Corazones que él mismo dirige. La idea merodeaba su cabeza hacía tiempo. "Como instructor de RCP, me pasaba que iba a dar charlas al interior del país y veía que se trataba de lugares a los que la ayuda avanzada nunca iba a llegar.

Entonces empecé a pensar cómo se podía ayudar a estas comunidades para que sean cardioseguras", cuenta el hombre, que trabaja como rescatista en carreras y maratones y es coordinador de la extensión aúlica de la Universidad de Córdoba en Buenos Aires.

Las estadísticas marcan que en Argentina 40 mil personas mueren por año a raíz de un paro cardíaco fuera del ámbito hospitalario. La cifra representa el 70% de los casos, lo cual implica que los miembros de la comunidad son la primera opción para encargarse de atender un episodio de muerte súbita.


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Así fue que contactó a empresas para que se sumen a la causa con el aporte a voluntad de desfibriladores y torsos para práctica. La primera experiencia fue el departamento de Fray Mamerto Esquiú, en la provincia de Catamarca, donde dictaron cursos para el cuerpo de Bomberos Voluntarios y jornadas para la población.

Luego fueron a las localidades de La Merced y Santa Victoria Este, en Salta, a instruir a comunidades originarias. Allí planean volver en agosto para capacitar a docentes de escuelas locales e instalar el DEA en el centro de salud de la Fundación Cultura Nativa. El siguiente destino fue la ciudad de Baradero, que cuenta con tres poblaciones pequeñas distantes al hospital de la ciudad con caminos de difícil acceso, Alsina, Portela y Santa Coloma.

A cada una de estas visitas las llaman capítulos. El cuarto fue en Golondrina. Montaldo cuenta que Coronel era hijo de la prima de una de las instructoras (son cerca de 80 afiliados voluntariamente) del proyecto: "Esto nos tocó muy de cerca. Desde un primer momento los familiares nos dieron el sí. Nos dijeron que no había nada que le pudiera devolver a su hijo, pero que esto podía hacer que sirviera como ejemplo para que no vuelva a suceder, más teniendo en cuenta que el hermano de 9 años de Ismael juega en el club y también el padre, en el equipo de mayores".

Cerca de 30 personas participaron en la emotiva jornada.El mal clima no ayudó a engrosar la convocatoria. "Estaban los familiares, el tío, la madre, los abuelos, gente del club y compañeros de Ismael", relata Montaldo.El capítulo se concluirá el mes que viene, cuando retornen a la localidad santafesina para, esta vez, dar el curso en las escuelas.

El próximo será en Las Lajas, Neuquén, donde hay tres comunidades mapuches. "Esto es cien por ciento solidario, nace de la voluntad de personas que dejan su laburo y cubren los gastos de los viajes por sí mismos. Mi intención, como veo que la iniciativa va creciendo, es que ojalá podamos encontrar cien empresas más que puedan donar y hacer cien capítulos por año", espera Montaldo.