Desde mayo funciona en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires un sistema de reconocimiento facial. Los datos oficiales confirman que sirvió para atrapar a 226 personas prófugas de la Justicia en casi tres meses. Aunque para las autoridades porteñas se trata una gran implementación -que se usa por ejemplo en celulares o entidades bancarias- para algunos expertos presenta un problema: vulnera la privacidad de las personas y su eficacia no está comprobada.

Javier Pallero, activista por los derechos humanos en Internet y líder regional en políticas públicas para América Latina en la ONG Access Now, explica que el sistema de reconocimiento facial es parte de una tendencia mundial de la adopción de este tipo de tecnología para la seguridad pública: "Es la típica cámara de seguridad a la que se le agrega el reconocimiento facial: identifica a todo el mundo que pasa frente a ella y lo contrasta con una base de datos", explicó a TN.com.ar.

Un aspecto clave es el uso de los datos biométricos. Este sistema detecta el rostro, pero también puede captar el iris o la huella digital, información que es diferente en cada persona. Pero esta revolución en el registro de datos significaría también un riesgo. Por ejemplo, en caso de una filtración de información como consecuencia de un hackeo masivo: un usuario puede cambiar una contraseña para protegerse, pero no puede modificar sus ojos, sus dedos, su ADN o sus rasgos faciales.

El sistema, sin embargo, tiene defensores. El propio jefe de Gobierno de la Ciudad, Horacio Rodríguez Larreta, festejó su implementación en el subte y los trenes porteños: "Hay asesinos, violadores, ladrones que estaban caminando por las calles de la ciudad a nuestro lado y de nuestras familias". La Policía puso a disposición de la Justicia a 1227 personas y 226 de ellas quedaron arrestadas por delitos graves.

El sistema tiene una tasa de error que, según el reporte oficial, ronda el 4%. Es decir, unas 40 personas fueron demoradas aunque no eran buscadas por la Justicia. En esos casos se trató de un error en la identificación de la cara. El Gobierno porteño confirmó a este portal que están trabajando en mejorar la efectividad del reconocimiento facial: "Empezamos con un grado de 78 por ciento de certeza del sistema en la búsqueda, y ahora subimos ese porcentaje a un 80 por ciento".

Lalo Zanoni, autor de un libro sobre Inteligencia Artificial, dice estar "a favor de la tecnología si esta sirve para mejorarle la vida al ciudadano". Pero hace una salvedad: "Siempre y cuando no vulnere su privacidad y el derecho a la intimidad". Aplaude que se incorporen estos sistemas porque a su vez generan una mayor conciencia en los ciudadanos sobre temas muy importantes como la protección de datos personales.

Otro aspecto para tener en cuenta es el costo oculto de usar un sistema de reconocimiento facial en la ciudad más habitada de la Argentina. Para Fabio Baccaglioni, especialista en seguridad informática, el primer problema es la falta de información. "Son sistemas que dejan poco claro qué tipo de mecanismos utilizan para realizar el reconocimiento y qué imágenes fuente se usan. No todos los algoritmos hacen el trabajo de la misma manera y el de la Ciudad, según pudo trascender, no es el más eficiente".

Para Pallero, la clave pasa por las libertades individuales y el concepto de "Gran Hermano": "Somos defensores de los derechos fundamentales. Consideramos que la vigilancia masiva es lesiva del derecho a la privacidad. Todas las personas que caen dentro del rango visual de la cámara son consideradas potenciales sospechosos y son tratados como tales. Su información es recolectada y analizada por fuerzas de seguridad de la Nación que tienen poder represivo. En este caso dicen que se usa para de buscar prófugos, pero nosotros no sabremos jamás si se guarda, por cuánto tiempo y para qué y quién lo usa. En este sentido, hay ejemplos de abusos que abundan en distintas épocas de la historia y en distintos países".

El foco de la discusión es que para atrapar a algunas personas prófugas de la Justicia -algo positivo para la seguridad y el bienestar social- se vulneran los derechos de todos los que son registrados por las cámaras distribuidas en diferentes puntos de la ciudad.

Baccaglioni insiste: "No conocemos cómo ni qué hace el gobierno con todas las imágenes que captura. Desde ahí que cualquiera puede disponer de ellas y nosotros debemos creer que el Estado no hace mal uso de esa información". El experto cree que el beneficio de la implementación depende de que esté lo suficientemente analizado. Además, sostiene que el problema es que se busca utilizar a la tecnología para solucionar todo, sin contemplar las consecuencias.

Otros usos

El reconocimiento funciona muy bien en otras plataformas. Un claro ejemplo son los teléfonos celulares, que mediante la cámara frontal pueden identificar al usuario y permite desbloquear el teléfono o, incluso, acceder a información sensible.

"Lo que hace la cámara es ver si la imagen que está tomando puede encontrar un patrón determinado, reconocer la cara de la persona", explica Martín Errante, Gerente Regional de Producto de Motorola. En realidad, la tecnología es vieja, existe hace bastante, pero fue evolucionando. "Antes solamente servía para encontrar una sonrisa y sacar una foto. Ahora, con mejores sensores, permite un nivel de confiabilidad mucho más alto y más efectivo. Y con más tecnología, como cámaras con más resolución, los rostros se pueden ver a muchísima distancia, como en un estadio".

Errante prefiere no hablar de un nivel de eficacia, pero tiene en claro que es muy alto. "Por algo lo usan en el sistema bancario. Ahora, muchas entidades te permiten abrir una cuenta solamente mandando una foto del DNI y una selfie, para que el reconocimiento facial pueda identificar que, efectivamente, vos sos la persona que aparece en el documento que enviaste", afirma.

El banco ICBC, por ejemplo, permite ingresar a su aplicación con esta función. "El reconocimiento facial es una tecnología que tenemos implementada para individuos. Fue una apuesta a la innovación y a la transformación digital, que brinda además mayor seguridad al ingreso, con los datos del cliente", explica Soledad Goyanes, del equipo de canales digitales del banco.

¿Cómo funciona?

"Se toman una gran cantidad de puntos, que tienen en cuenta los rastros biométricos. Se toman más de 200 puntos. Cada vez que la persona entra, se va renovando y actualizando", agrega Goyanes. También se tienen en cuenta la seguridad de los datos. No guardan los rostros de los clientes, sino un patrón de forma encriptada. Esa información solamente se puede utilizar en el celular asociado a esa cara.

Así se registra un rostro en la aplicación del banco de origen chino. Capturas: prensa ICBC.
Así se registra un rostro en la aplicación del banco de origen chino. Capturas: prensa ICBC.
Esta compañía eligió el sistema de reconocimiento facial porque es una forma de mejorar la accesibilidad del usuario. Otra opción, para que las personas no tengan que acordarse de las contraseñas, es la huella dactilar, igual de segura. "No todos los teléfonos tienen lector de huellas, pero la mayoría incluye cámara frontal. Se trabajó para que sea fácil para cualquier persona registrar su rostro", concluye Goyanes.

Polémica en el mundo

A tres meses de la implementación en la Ciudad, se identificó un promedio de 14 personas por día. Según datos a los que accedió TN.com.ar, el sistema, que funciona en los subtes y ferrocarriles de la Ciudad de Buenos Aires, activó 1227 alertas. Unas 226 personas fueron detenidas por delitos graves; es decir, el 18,41% de los casos. Los 1001 casos restantes (el 81,59%) terminaron en libertad.

"La tasa de error es extremadamente alta para lo que debería ser un sistema aceptable. Más del 80% fueron demorados y luego liberados. Es demasiado, pero al mismo tiempo es lo que se ha dado en otras ciudades como Londres. Los falsos positivos se pueden dar por varias razones: algoritmos imprecisos, fotografías originales de los criminales muy difusas y viejas y protocolo. Si ante el primer positivo el único protocolo es la detención de la persona, el sistema no es eficiente no sólo en el software sino en cómo lo utiliza la policía o la Justicia", añade Baccaglioni.

Pallero rescata varios casos de "mala praxis" en el exterior. "Hubo abusos. Por ejemplo en Irlanda y en los Estados Unidos, agentes de policía utilizaban el mecanismo de vigilancia masiva para ver cuál era el paradero de sus parejas o qué hacían personas sin ninguna clase de orden judicial, especificidad, limitación, control o cualquier salvaguarda de ese tipo. Es famoso el caso del sistema usado por la policía metropolitana de Londres que arrojó tasas de error más altas del 80 por ciento y generó detenciones arbitrarias y lesiones a la libertad individual simplemente por errores de la máquina. Aquí en la Argentina y en la Ciudad de Buenos Aires se registraron varios casos muy resonantes de errores en la base de datos también".

"Un sistema que expone la ineficiencia policial y judicial"

"Además de ser cara, inefectiva y estar sujeta a toda clase de abusos, esta tecnología no debe ser permitida nunca. Es la razón por la cual algunas ciudades de Estados Unidos como San Francisco y Oakland prohibieron el uso de reconocimiento facial en la vida pública. El riesgo de abuso futuro es tan grande que, aunque hoy confiemos en los mecanismos, controles y autoridades que tenemos, el día de mañana el sistema puede ser utilizado de forma abusiva”, afirmó Pallero.

Baccaglioni cree que debería prohibirse por varias razones. "Primero, para no transformarnos en China. Sobran explicaciones de por qué no nos convendría un estado policial. Segundo, porque si bien puede ser cómodo para encontrar prófugos, el sistema judicial debería mejorar sin necesidad de atajos que violen los derechos fundamentales de la sociedad. La mayoría de los prófugos no lo están porque son magos a la hora de esconderse. El mismo sistema de reconocimiento facial expone la ineficiencia de la policía y la justicia".