Diego Cabot, es el periodista del diario La Nación que investigó los cuadernos de las coimas en el kirchnerismo. Habló sobre este trabajo de investigación profunda y seria. "Me costó todo. Adrenalina, horas de sueño y miedos", dijo. 

"Más allá de que es un trabajo periodístico, hay gente que te considera un enemigo y no les conocés la cara. Entonces hay una parte de ese miedo que nunca te abandona", indicó en el programa La Vereda de Enfrente junto a Bigote Acosta.

Investigación visagra

"Hay algo que tiene que ver con esta investigación, más allá del silencio, que apareció así abruptamente cuando nadie lo esperaba, cuando apareció la nota en La Nación. Creo que lo que diferencia este caso de otro, es que hay historias humanas. Está la traición del chofer que traiciona la confianza de su jefe y escribe todo lo que hace, por ejemplo", analizó Cabot.


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Una realidad que  no queríamos ver

"Hace 10 años que voy al Coloquio de Idea, y lo voy a cubrir como editor de un diario. Y el año pasado me invitaron a una charla. Les dije, les voy a proponer un juego. Levante la mano el que se enteró que se pagaban coimas en Argentina a partir de mi investigación. Nadie levantó la mano. Todos ya sabían. Era una relidad que estaba. Muchos la presuponíamos. Pero no encontrábamos la manera de contarlo a las grandes audiencias", dijo Cabot.

"La diferencia entre esto y otros casos es que esto no es un hecho de un funcionario díscolo o ambicioso. Y que por alguna razón encuentra una ventana abierta en coima para ganar mas. En este caso se trata de un esquema absolutamente aceitado y prolongado en el tiempo. Había una forma de hacer las cosas. Y eso era lo que más repugnancia me daba", recordó Cabot.


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Consultado sobre de dónde se consiguió tanta información y cuáles fueron los apoyos, Cabot indicó que "cuando vos decís La Nación, es una institución enorme y una gran empresa, que tiene casi mil empleados. Pero acá éramos 3 que sabíamos. Si bien, sabía que tenía el apoyo del diario, no había reuniones de 30 personas. Porque así creíamos que debíamos tratarlo, por una cuestión de secreto. Además nos parecía muy frágil nuestro lugar si lo publicábamos así, en crudo.

"Lo viví como un trabajo periodístico apasionante. Con un vértigo enorme. Con una responsabilidad infinita. En ese momento cuando arrancamos cumplía 47 años. Mi idea era hacer un trabajo periodístico que no se lo pueda atacar por ningún lado. Y hoy, con el diario del lunes podemos decir que hemos logrado mucho de los objetivos. Pero sí veíamos una debilidad en la figura del chofer, de Centeno", dijo Cabot.

"La información era tan inédita y tan valiosa, más allá de mostrar una estructura de corrupción que estaba tan arraigada en el poder, que valía la pena correr esos riegos", puntualizó el periodista.