El inquietante estado de necesidades que atraviesa el pueblo se reflejó claramente ayer en la procesión desde la parroquia San Cayetano hacia la plaza Libertad, donde se desarrolló una multitudinaria misa para recordar al santo patrono del pan y el trabajo. Liderada por el arzobispo de Rosario, monseñor Eduardo Eliseo Martín, se realizó una ceremonia emotiva que reflejó con crudeza situaciones de angustias, de intentos y resignaciones, y de descarnados pedidos apoyados en la fe.
"Trabajo sin pan es explotación, pero pan sin trabajo es humillación", remarcó el arzobispo en una jornada repleta de actividades religiosas en veneración a San Cayetano.
"Como muchas veces ocurre, el trabajo sin pan, que el hombre trabaje y que no se le den las condiciones para una vida digna, es explotación, una injusticia. Pero por otro lado, obtener el pan sin el trabajo es humillación, eso también se da entre nosotros en la cultura de la dádiva, de someter a otras personas desde el poder para ayudarlos, pero sin valorarlos en su capacidad de trabajar", resaltó monseñor Martín.
Y sintetizó: "Ninguna de las dos cosas corresponden a la dignidad de la persona humana".