Tan encerrado se volvió ese ejercicio que hoy las PASO funcionan como una escribanía (a nivel presidencial para todos).

El país enfrentará el domingo una elección que comenzará a definir cómo será la Argentina en, al menos, los próximos cuatro años. No debería ser así. La idea de una PASO no contempla este carácter definitorio para esa instancia (el que con idas y vueltas de acuerdo a la conveniencia fueron alimentando las dos listas que llegan con chances a la final). Sino que debería ser simplemente un sistema para definir candidaturas hacia adentro de cada partido (o alianza, ya que los partidos políticos son una especie en extinción). El propio acto de creación de este sistema en manos de Néstor Kirchner fue una muestra de que las PASO serían otra cosa. El régimen fue armado para limitar a los candidatos hacia adentro y que no escaparan hacia acuerdos externos.

Tan encerrado se volvió ese ejercicio que hoy las PASO funcionan como una escribanía (a nivel presidencial para todos). A la que se lleva la operación electoral ya terminada. Sólo algunas provincias y una pequeña muestra de cargos electivos muestran verdaderas primarias para elegir cargos. Asistiremos entonces a lo que todo el mundo denominó hace tiempo una encuesta carísima.

El problema es que en esta Argentina donde las crisis se viven siempre como instancias definitorias, estas PASO tienen altas chances de convertirse en definitorias. O al menos en una primera vuelta, dejando al balotaje sólo como una abstracción lejana.

Trampa

Tanto Mauricio Macri como Cristina de Kirchner presionaron al electorado alegando la imperiosa necesidad de participar en las PASO, reforzando ese carácter definitorio. La trampa quedó así armada, pero para todos, incluidos los candidatos.

El viejo Cambiemos, en sus dos primeros años, nunca pensó que alimentar la idea de una polarización extrema con Cristina de Kirchner podría terminar poniéndolo en un extremo tan peligroso como que el vivirá el domingo el nuevo Juntos por el Cambio. El actual candidato a vicepresidente, Miguel Pichetto, que de peronismo y campañas sabe más que muchos en el Gobierno, ya se lo había advertido a Macri desde su banca del senado. Cuando era jefe de la oposición de entonces.

Hoy esa encuesta actúa como un termómetro demasiado filoso, sobre todo porque en medio de la crisis el mercado la mira como una línea entre la vida y la muerte. La diferencia se registre el domingo marcara el destino de la primera vuelta.

Novedades

Por lo demás, la campaña que nos lleva a estas PASO y el armado que hizo cada fuerza para llegar a ella, muestran novedades para la realidad política argentina que hace tiempo hubiera sido difícil pensar.

Hubo candidatos escondidos o aparecidos de acuerdo al acto y al compañero del que se tratara. Fusiones y reencuentros con viejos enemigos, como la llegada de Pichetto al mundo Macri o la reconciliación de Cristina de Kirchner con Alberto Fernández, quien le llevó de la mano a la expresidenta al hijo pródigo-repudiado (reúne la doble condición) que es Sergio Massa.

En el show de las novedades no puede olvidar al fenómeno de las boletas cortas, hijo directo de la relación excelente que mantuvo Macri con gobernadores peronistas que pudieron así ver salvadas sus administraciones, incluso cuando la Nación entraba a pagar los altos costos de la crisis económica. Los radicales le habían advertido a Macri sobre el problema de tratar con bondad con la lapicera nacional a los peronistas de las provincias. El domingo dirá si el Presidente tuvo razón o no.