Haga calor o frío. En cualquier estación del año es posible encontrarlos. Son los mosquitos, que con sus más de 2500 especies vuelven loco a humanos y animales con sus picaduras.

Estos minúsculos insectos se consideran los animales más mortíferos del mundo y contribuyen a más de 725 000 muertes al año. No existen otras criaturas, ni siquiera nosotros, que sean responsables de la pérdida de tantas vidas humanas cada año como los mosquitos.

Aproximadamente, los humanos asesinan a unos 475 000 congéneres cada año. Las serpientes matan alrededor de 50.000, mientras que los perros (principalmente por transmisión de la rabia) se cobran otras 25.000 vidas.

Según el informe de la OMS correspondiente a 2017, la malaria mató a 435 000 personas (entre 219 millones de casos), de las cuales dos tercios eran menores de cinco años.

Esto significa que es muy posible que la malaria haya matado a más personas que cualquier otra enfermedad a lo largo de la historia. Y el responsable directo de este genocidio es el mosquito, el vector de esta terrible enfermedad.

Hoy, 20 de agosto es el "Día Mundial de los Mosquitos 2017", una fecha para celebrar que hace 120 años el doctor británico Sir Ronald Ross descubrió que las hembras de mosquitos Anopheles transmiten la malaria entre los humanos. Un descubrimiento que le valió en 1902 el premio Nobel de medicina y que sentó las bases para que científicos de todo el mundo comprendan y puedan controlar mejor esta enfermedad.

Debido a su capacidad para transmitir enfermedades con sus picaduras, los mosquitos se han ganado el título de animal más mortífero para la raza humana.

Entre estas enfermedades, la más devastadora se considera la malaria, capaz de acabar desde tiempos inmemoriables con la vida de cientos de miles de personas anualmente, la mayoría niños menores de 5 años que viven en el continente africano.

En 1892 Ross empezó a estudiar científicamente la enfermedad, siguiendo indicios de dos científicos, Alphonse Laveran y Sir Patrick Manson (mentor de Ross) que habian observado la presencia de un parásito en muestras de sangre tomadas de pacientes que padecían la enfermedad.

Pero no fue hasta el 20 de agosto de 1897 que Ross hizo su crucial descubrimiento. Mientras estaba disecando el estómago de un mosquito, que había ingerido sangre de un paciente de malaria, el médico observó la presencia del mismo parásito, confirmando así el vínculo, largamente sospechado, entre los mosquitos y la malaria. Ross estableció el ciclo de vida completo de este organismo parasitario, que hoy conocemos como Plasmodium.

El mosquito, es un diminuto insecto que con sus largas y finas patas se posa en nuestra piel para sacarnos la sangre.

En el mejor de los casos, nos deja con una inflamación acompañada de picor; en el peor, nos transmite enfermedades que pueden llegar a ser mortales.

En el mundo se conocen más de 2.500 especies de mosquitos, de las cuales 242 están presentes en la Argentina. Las más comunes son Culex pipiens, Aedes albifasciatus y Aedes aegypti. El Culex pipiens es el más habitual, se lo encuentra durante todo el año, y A. albifasciatus suele aparecer luego de las lluvias tanto en zonas urbanas como rurales. A. aegypti es el transmisor de dengue, zika, chikungunya y fiebre amarilla, y sus larvas se crían en el agua acumulada en recipientes artificiales.

"¿Por qué a mí?", suele decirse cuando a una persona le pica un mosquito y no a de al lado. Es que el tipo de sangre, el metabolismo, el ejercicio físico, el color de la ropa y hasta el consumo de cerveza pueden hacer que algunas personas sean especialmente atractivas para los mosquitos.

Lo cierto es que en una reunión al aire libre durante una noche de verano, de diez personas presentes, dos terminarán mucho más picadas que el resto. Y no tendrá que ver con que se hayan olvidado de aplicarse repelente.

El portal web de la revista del Smithsonian de Estados Unidos explica que entre los factores que influyen la decisión del mosquito de a quién convertir en su huésped están el tipo de sangre, el metabolismo, el color de tu ropa e incluso el hecho de tomar cerveza.

Se estima que el 20% de las personas son especialmente "deliciosas" para los mosquitos. Y aunque los científicos aún no tienen una cura para estas molestas picaduras, más que prevenirlas con repelente, existe una serie de ideas sobre por qué algunos mortales son más propensos a las picaduras que otros.

Estos insectos dependen del dióxido de carbono para encontrar a sus huéspedes y, como te enseñaron en la escuela, todos expulsamos este componente, dejando ciertos 'rastros' que los mosquitos siguen para hallarnos y finalmente cumplir con lo que se propusieron, picarnos.