Romper el silencio fue difícil. “Cuando nos tuvimos que presentar me temblaban las piernas. Pero cuando lo logramos y empezamos a hablar, fue imparable”, dice Gabriela Vega. Quien intentó resumir en pocas palabras lo que vivió cuando por primera vez pisó el centro cultural El Obrador, en el barrio Toba de la zona sudoeste.
Gabriela es una de las integrantes de la cooperativa Pariendo Justicia. La que esta formada por familiares de víctimas de homicidios, que desde hace un tiempo le ponen el cuerpo a un desafío escarpado: se encuentran con adolescentes y jóvenes en situación de vulnerabilidad social para reflexionar sobre la violencia.
El proyecto forma parte del programa Nueva Oportunidad, la iniciativa nacida hace cinco años para jóvenes de entre 16 y 30 años que no pudieron terminar la escuela, ni accedieron a formación en oficios o un trabajo. Todas las semanas, los pibes participan de cursos de capacitación y un “tercer tiempo” donde reflexionan sobre sus realidades; las relaciones entre pares, la familia, la soledad, la violencia y la relación con las instituciones del Estado, son algunos de los temas que se llevan a la mesa en cada taller.