La inocencia y la inconsciencia que tantas veces imprime la juventud tiene puntos a favor y en contra. A favor, por caso, es la posibilidad de armar un gol hermoso, en una cancha de primera en el primer torneo profesional del fútbol femenino argentino y en contra (si es que se puede considerar una contra, claro), es la dificultad de dimensionar lo que ese gol significa. Aunque quizás, eso sea lo mejor que le pueda pasar hoy a Selena Chamorra, la delantera de Rosario Central que este viernes se convirtió en la jugadora que marcó el primer tanto profesional, en la incipiente temporada de AFA como tal, en el triunfo canalla por 5 a 1 ante Villa San Carlos en La Plata. Indefectiblemente su nombre quedará escrito para siempre en los libros de fútbol. Fue ella la que rompió la primera red, con tan sólo 18 años y un desparpajo adentro de la cancha que da a entender por qué le pasó lo que le pasó. “Es fuerte, aunque cuando me dé cuenta de todo esto, lo será más”, remarca.
El reloj no había dado aún con los dos minutos de juego cuando Erica Lonigro, por izquierda, recuperó cerca del área de Villa San Carlos, fue hasta la línea final y tiró el pase atrás que Selena empujó al fondo de la red. Festejó por la alegría natural que da hacer un gol. Y porque se alimenta de ello. Pero fue recién unas horas después, ya arriba del colectivo que las traía de vuelta a Rosario, que se enteró de lo que se enteró. Fue ella, la primera goleadora. Es ella de quien hablarán cuando se revisen los trayectos de este fútbol. El destino también le implantó cierta paradoja a este gol y a este momento: fue Selena la primera en convertirlo, pero no es justamente una jugadora paga. En esta inicial etapa de profesionalismo los clubes otorgaron contrato sólo a una parte de sus jugadoras de acuerdo al dinero que reciben de AFA. Entre las ocho que tiene Central, no está Selena.
Las cualidades futbolísticas la pusieron en primer plano de manera prematura siempre, aunque cultive el perfil bajo y aunque ayer y hoy haya aparecido en las fotos de los diarios y portales. Tenía apenas 5 años cuando arrancó a jugar con sus hermanos (más grandes) en la plaza Galicia de Barrio Alvear, siendo la única nena. Dos años después, cuando “romperla” entre los pibes se hizo costumbre, un entrenador la vio y la invitó a jugar en la escuelita de Villa del Parque. A esa edad empezó a tomar decisiones importantes y aceptó. “Mis compañeros estaban contentos por cómo jugué, les gustó, pero me acuerdo que me erré tres goles claros delante del arco”, cuenta ella mientras se ríe condicionada por la timidez. Al año siguiente, ya más grande, no la dejaron jugar la liga con los nenes. Porque era nena. Siguió en la plaza, con los hermanos y otros varones, mientras empezaba a darle rienda suelta al atletismo. En la escuela le dijeron que tenía condiciones. Y era cierto, se probó en el Estadio Municipal y bajo las órdenes de Emiliano Hernández entendió que lo suyo eran las carreras de velocidad. Y de explosión.
“Estaba ahí y un día mi madrina me comentó que había pruebas en Central y me llevó. Pensaba en cómo hacer si quedaba. Pero fui y probé. Quedé. Seguí con los dos deportes un tiempo pero después ya me decidí por la escuelita de Central, en 2017. Subí a reserva en 2018 y este año a primera”, le explica Selena a Ovación en la tarde de sábado en la que visitó el diario acompañada por sus papás Miguel y Cristina, a quienes les agradece una y otra vez el apoyo de estos años.
Selena es virtuosa desde lo físico y saca ventaja en la explosión. Además es habilidosa, resuelve bastante bien eso de “llevarla atada”, por lo que es un fácil dolor de cabeza para sus rivales. Sin embargo, reconoce que al equipo “le falta” en esa cuestión y que en el profesionalismo se necesita aún más, aunque resalta: “Estamos entrenando mucho para mejorar eso, es un aspecto que sabíamos que nos iba a faltar”. Cuando se le pide que hable de sus características no repara en la técnica (otro dato que habla por ella) prefiere decir que las cosas se le dieron “rápido” porque nunca bajó los brazos, que busca ser buena compañera para aportar al equipo y que lo individual no es lo primordial. Una cosa rinde a la otra, pero entiende en qué orden se necesita ponerlas. Rosana Gómez, quien dejó de ser la entrenadora canalla este año, fue su gran guía: “Me enseñó muchas cosas, confió en mí desde el primer momento y me dio apoyo para que siguiera. Hace unos días hablamos y le agradecí”. La sucedió Roxana Vallejos en el banco.
Ahora que convirtió el gol que se inscribió en la historia, Selena no sabe mucho qué decir. Desde el viernes se lo remarcan, pero no lo dimensiona. Las chicas la “cargaban” en el colectivo pero ella lo tomaba con humor. Se le cuenta en esta nota que allá por 1923, en el primer partido que se registra entre mujeres en Argentina, que se jugó en la cancha de Boca, Estrella Villegas también marcó el primer gol y como ella, a los 2 minutos. Abre los ojos grandes, se ríe, y dice “¡qué casualidad!”. ¿En cuántos años más se le contará a alguna nena que Selena marcó el primer gol del profesionalismo?
No soñaba exactamente esto, aunque sucedió. Pero sí reconoce que “días anteriores al partido soñaba cosas, como meter un gol u otras del juego, pero no era consciente ahí y en ese momento. Y hasta ahora no caigo. Se lo agradezco a mis compañeras, a todo el equipo y al cuerpo técnico. También a la asistencia de Erica Lonigro”. Igual, se detiene: “Es fuerte, aunque cuando me dé cuenta de todo esto, lo será más”. Y relata este extra: “Anoche (tras la vuelta del partido) no pude dormir, pensé muchas cosas. Por momentos repaso el gol, por momentos me lo olvido. Pienso en mi familia, que siempre me acompañó”.
Para ir a entrenar, Selena ocupa unas cuatro horas, dos de ida y dos de vuelta. Cuatro colectivos. El año pasado terminó el secundario, desea estudiar kinesiología pero no puede porque la familia no tiene chance de ayudarla con esos gastos. Vive en una casa humilde y a veces tiene que elegir entre lo que le gustaría hacer. La ayuda económica de papá y mamá se destina entonces a los pasajes para ir a las prácticas y a comprar botines o ropa que haga falta. Cuando haga falta. Hoy no le toca ser una de las ocho profesionales que perciben un pequeño sueldo por jugar. Pero en este sentido, también es clara: “Sí, me encantaría vivir del fútbol, aunque nosotras empezamos por amor al deporte y no nos interesa mucho la plata. Estamos más acá por amor al fútbol, entonces no se siente la diferencia entre unas jugadoras y otras".
Por último, la delantera cuenta que Virginia Gómez, jugadora de la selección argentina con la que comparte el plantel, es una referente “que aporta demasiado” y la reconoce como una de sus “admiradas”. Y dice: “Nos da ánimo para seguir soñando con estar en la selección en un futuro, la selección es el sueño de todo jugador o jugadora”. Para ella, el repechaje mundial que jugó Argentina el año pasado ante Panamá en Arsenal de Sarandí fue el punto de inflexión en un fútbol femenino que estaba cambiando. Lo vio desde la tribuna y sintió que un día quería estar ahí jugando, como también quiere que este Central pueda quedar al menos entre los ocho mejores del torneo de AFA que acaba de empezar.
De la placita Galicia de barrio Alvear a La Plata para marcar el primer gol del fútbol femenino argentino profesional. Selena Chamorra. Canalla. La elegida.