El músico hará una serie de conciertos sinfónicos en Buenos Aires. Además, está por comenzar a grabar un disco nuevo para el que compuso 40 canciones. Aunque siempre reservado, habla del rumor que lo vinculó sentimentalmente con Mora Calabrese.

 

El 21 de noviembre de este año, a las 21, Abel Pintos va a cumplir un sueño. Uno más, en su larga lista de deseos profundos. Hace unos años fue River, las ganas de tocar en un estadio gigante para miles y miles de personas. Lo hizo. Ahora, es un poco lo contrario: dar una serie de conciertos sinfónicos acompañado de una orquesta.

Será el 21, 22 y 23 de noviembre en el Buenos Aires Arena, un microestadio inteligente ubicado en Palermo que abre sus puertas este año y debuta con un show de Joaquín Sabina y Joan Manuel Serrat el 2 de noviembre. ¿Por qué un sinfónico? “Bueno, es un sueño que quiero cumplir hace mucho -dice Abel-. Y necesitaba encontrar el tiempo porque sabía que iba a ser muy complejo abordarlo. Y de hecho es así: hace seis meses que estamos trabajando en el concierto, hace ocho meses que planteé la idea”.

Estamos en los Estudios Ion, el mítico estudio de grabación del Portugués Da Silva (por donde pasaron prácticamente casi todos los grandes artistas de la música argentina, y fue conocido también por el ciclo televisivo Encuentro en el Estudio). Abel está ensayando. Ante nuestra presencia, canta dos temas: “Cien Años”, la cortina de ATAV, y “Cuando ya me empiece a quedar solo”, de Sui Generis. Dentro del estudio, canta bajito. De los parlantes, sale su voz nítida y profunda. Mientras, en las páginas de los diarios las noticias hablan de otra cosa: una supuesta novia que habría estado oculta hasta el momento. Pero Abel es un poco una presencia lejana a esas variantes: nunca, ni por asomo, revela algo del misterio de su intimidad.

Abel Pintos en los Estudios Ion (Fotos: Lihue Althabe)

Abel Pintos en los Estudios Ion (Fotos: Lihue Althabe)

Lo cual no significa, ni por asomo tampoco, que guarde para sí todo lo que piensa. Algunas de esas ideas las comparte acá, a la vez que cuenta que empezó a escribir un libro que no sabe qué será, que compuso canciones con artistas del todo el mundo, y que por fin aprendió a hacerse un tiempo dentro del tiempo.

—El show sinfónico por un lado y el disco nuevo por el otro, ¿no?

—Claro, también estoy empezando a grabar el nuevo disco que va en paralelo, y tiene una temática absolutamente distinta. Empecé a sentir que estoy en un momento en el que me puedo permitir explorar mis universos paralelos. Todas aquellas ilusiones, sobre todo artísticas, que tengo desde hace mucho tiempo o que están ahí con una semilla de curiosidad y que no permitía germinar. Este va a ser, sin dudas, el primer paso en todo un camino a recorrer, paralelo a lo que hago.

—¿Pudiste dedicarte a componer durante un periodo largo, como querías hace tiempo?

—Sí. Compuse 40 canciones para el disco nuevo. De ellas, 22 o 25 las compuse en conjunto con otros autores, porque me hice el tiempo de ahondar en esa experiencia de salir a componer con artistas que siempre me despertaron mucha curiosidad. Así que me tomé dos meses de este año para hacer una gira por distintas ciudades de América y de Europa, y me encontré con estos autores en sus casas, en sus estudios, e hicimos canciones. Yo ya tenía un disco compuesto pero al final hicimos muchas canciones y el disco va a tener muchas de ellas.

—¿Sabemos cuántas canciones tendrá el disco?

—Entre 12 y, como mucho, 16 canciones.

El cantante y sus músicos, en plena grabación

El cantante y sus músicos, en plena grabación

—No va a ser la gran Calamaro con el Salmón…

—Estaría buenísimo. A mí me gustaría grabar las 40, porque de todos modos al manejo de la música cada vez más digital es completamente posible porque no ocupa espacio. Pero como vamos a editar el disco en formato físico también porque en Argentina, en Uruguay y en Chile el público compra mucho el disco físico de mi música, entonces queremos seguir editándolo así. Y ese formato sí es más limitado: podés editar hasta 16, quizás 18 canciones, pero no mucho más. Sino ya tenés que empezar a hacer discos dobles, triples, o quíntuples, como en el caso de Andrés, pero todo se encarece y el formato físico es cada vez más inaccesible desde ese lugar. Queremos controlar un poco eso.

—¿Sigue siendo la música el centro absoluto de tu vida?

—La música sigue siendo absolutamente protagonista en mi vida porque es verdaderamente mi mejor forma, o mi forma más amable, de expresarme. Empiezo a entender que es posible crear espacios para distintas cosas, mientras mi música sigue siendo protagonista y sigue funcionando. Es algo en lo que antes era mucho más rígido. Pero ahora no solo siento a curiosidad, que la sentí siempre, sino que también siento que puedo empezar a hacerlo. Y por eso comencé con este proyecto.

Con los pies en la tierra: Abel Pintos

Con los pies en la tierra: Abel Pintos

—Ya que mencionás la curiosidad, ¿te gusta el trap?

—Sí, me gusta. Como en todos los géneros, hay artistas que elijo y artistas que no elijo. Wos me gusta mucho. Me gusta Neopistea también. Duki tiene unas producciones que me parecen muy interesantes. Ca7riel me gusta mucho, seriamente. Me gusta Louta, me gusta Juan Ingaramo, me gustan artistas que he conocido en los últimos diez años. De afuera me gustan Drake, Billie Eilish. No estoy tampoco súper dentro de la movida, lo voy conociendo de a poco, pero me gusta. También me gusta lo que hace Dante (Spinetta). Es un tipo al que respeto mucho, y tiene esa facilidad de hacer todo y hacerlo todo bien, pareciera. Además en Argentina es creador, él abrió terreno junto con Emmanuel (Horvilleur) para lo que está sucediendo en el país, ¿no?

—¿Cómo ves al país?

—Estamos en una crisis, en todo sentido de la palabra, ¿no? Más allá de cómo está la situación económica o laboral. La crisis como cambio, como tener la necesidad creciente y el impulso creciente de poder plantear las cosas de otra manera, de hablar, de expresarnos, de darnos cada vez más libertad para crear nuestras ideas y para exponerlas. De ahí los grandes debates, de ahí los temas tabú traídos a la mesa de muchos años, y de ahí las mentes cada vez más abiertas. Cada vez mayor cantidad de posibilidades, de poder crear tu forma de pensar. Y todo eso es una crisis, es un cambio, y por lo tanto es muy movilizante.

Mimado: Abel Pintos, en el detrás de escena

Mimado: Abel Pintos, en el detrás de escena

—¿Estás al tanto de la ley de cupo femenino en los recitales?

—Sí.

—¿Qué pensás?

—Creo que si hay que hacer una ley para que desaparezca la desigualdad en los festivales, entonces que se haga una ley. En realidad considero que es algo que no debería tener debate: la música no es una cuestión de género en ningún sentido. Y creo que estamos aprendiendo que nada es cuestión de género, sino de capacidades, de voluntades, de energías, de entregas; llamalo si querés, talentos que pueda tener cada uno. Sabidurías. Cualquier cosa, menos género. Entonces si tiene que existir una ley para que por ley los festivales tengan que incluir bandas integradas por mujeres, que se haga. Pero realmente considero que no tendría que haber debate al respecto. Menos yo, que empecé a hacer música por escuchar cantar a una mujer.

—Te pido tres definiciones. Primero: ¿qué es para vos el éxito?

—La sensación, y sobre todo la posibilidad, de hacer lo que querés hacer, de tener la posibilidad y la libertad de hacerlo.

—¿Qué es la soledad?

—La falta de comprensión, probablemente.

—¿Qué es la música?

—Para mí, es un idioma. Y hoy lo siento más que nunca porque cuando me siento a trabajar con Guillo Espel, el arreglador sinfónico y director de la orquesta, por momentos siento que necesitamos un traductor. Porque yo no controlo cosas de su forma de abordar la música, que es a través de la música escrita. Yo no sé escribir un arreglo, yo canto arreglos enteros en notas de teléfono y le mando a Ariel (su hermano) acordes cantados, beats de batería o de máquinas, pero no sé escribirlos. Y dije: “Yo quiero aprender ese idioma, ese léxico dentro de este idioma que es la música”. Entonces me puse a estudiar música, justamente con Guillo. Y entonces hoy más que nunca lo siento así: un idioma.

—Hablando del idioma, ¿cómo te sentís cuando te quieren hacer expresar sobre un tema y aparece tu cara en la tapa de una revista? ¿Cómo te sentís con esa exposición que viene con el paquete pero no es parte de la elección?

—De parte del público, que es la parte que verdaderamente me interesa, lo siento como mera curiosidad. De parte de quien dice en un medio escrito algo que uno no dijo, o cuenta un detalle de la vida de uno que no es real... me parece una falta de respeto. No hacia mí; hacia el público. A mí me vale, cada uno puede decir y pensar lo que quiera, es imposible controlar eso, pero me parece una falta de respeto hacia el consumidor de tu producto. Si vos tenés la responsabilidad de decir algo y decís una cosa que no es cierta, le estás quitando credibilidad a tu propio medio, tu propio trabajo y tu integridad, básicamente. Pero tampoco me quita el sueño. Me parece, insisto, mera curiosidad. Y me resulta lógico, porque soy una persona, y además un artista, muy reservado. Entonces entiendo que eso hace que el foco sea más grande. Pero no me molesta realmente.

—Última: ¿qué es para vos la fe?

—Creo que es un lugar donde hacer pie, porque todo está en movimiento y uno tiene la necesidad de que algo esté firme, siempre.