Especialmente en el otoño y el invierno somos muy conscientes de la proliferación de bacterias, virus y gérmenes que circulan en el ambiente. Es por eso que ponemos una mayor atención a la hora de lavar todos los productos que vamos a consumir, algo que efectivamente es muy recomendable para proteger la salud.

No obstante, hay algunos productos que no hay que lavarlos tanto como pensás o incluso directamente no debés hacerlo porque podés afectar la integridad o el sabor de los mismos.

ConBienestar consultó con Silvio D. Schraier, médico especialista en Nutrición del Instituto Universitario Fundación Barceló (MN: 57648), y elaboramos un listado de alimentos a los que pasarlos mucho por agua no sería la solución:

Huevo

Este alimento tiene una protección natural y si lo lavás se la sacás. En la cáscara de los huevos hay poros y si se limpian con agua la superficie se convierte en un puerto de ingreso de gérmenes, precisamente el efecto contrario que queremos conseguir. Si alguno viene un poco sucio, es mejor remover solamente con la mano las basuritas.

Champiñones

Los hongos absorben demasiada agua y eso puede afectar radicalmente su sabor. Para prepararlos, lo aconsejable es echarlos a la sartén cuando esta ya haya adquirido una temperatura elevada, así los sellás y no se deshidratan tanto en la cocción.

Carne (de cerdo, vaca o pollo)

Algunas personas tienen como hábito lavar este alimento pero la realidad es que no es un requerimiento porque las altas temperaturas que se adquieren al cocinar carnes tiene más poder de destrucción de gérmenes que el agua. Si aún así preferís limpiarlas, tomá el recaudo de apartar otros productos de los alrededores para que no se contaminen con las posibles bacterias y no usés detergente o jabón.

Pasta seca

Al igual que en el caso anterior, hay algunas personas que prefieren lavar primero la pasta seca antes de cocinarla. Como este alimento se hierve, no es necesario lavarlo previamente porque además humedecerlo modifica la consistencia.

Frutos del bosque o cerezas

Para que mantengan su aroma y su consistencia, solo hay que sumergir este tipo de frutos en agua por poco tiempo y muy delicadamente porque son muy frágiles. Asimismo, se tienen que escurrir rápido porque sino pierden el sabor. En el caso de las cerezas, hay que lavarlas con el tallo y sacarlo cuando se vayan a consumir.