Fernando estaba al fondo del edificio esperando el regreso de los camiones recolectores cuando escuchó el pedido de auxilio que rompió la calma del domingo por la mañana, muy temprano. El fue quien avisó a sus compañeros de trabajo, empleados de la empresa Sumar, que algo no andaba bien. Lo que vino después de ese grito fueron "quince minutos eternos", en los que los operarios advirtieron lo que pasaba: una vivienda lindera a los galpones de Virasoro al 2400 se estaba incendiando.
Entonces, salieron a la calle, treparon escaleras, rompieron rejas y salvaron a una niña de cinco años que pedía auxilio desde una ventana. Los padres de la nena murieron en el fuego, que consumió todo lo que había en la casa.