Hace 41 años cambió para siempre la historia de la medicina reproductiva, con implicancias sociales y familiares que continúan evolucionando hasta la actualidad. En junio de 1978 nació en Inglaterra Louise Brown, la primera niña concebida por Fertilización In Vitro (FIV) y, en homenaje al trabajo desarrollado por el profesor Robert Edwards y el doctor Patrick Steptoe, celebramos el Mes Internacional del Cuidado de la Fertilidad.

En consonancia con las grandes transformaciones socio-culturales que definieron la llegada del nuevo siglo, no solo la medicina reproductiva permitió reconfigurar la institución de la familia, sino que los diversos modos en los que se constituyen hoy las relaciones personales – familias monoparentales, ensambladas, homosexuales, maternidad tardía, etc – produjeron nuevas demandas que la ciencia está buscando responder.

Aquí y ahora

Los investigadores en reproducción humana buscamos ampliar el recorrido iniciado en este campo 40 años atrás, comprendiendo que somos herramientas para concretar deseos personales muy profundos. Para ello, nos valemos de las diversas técnicas de reproducción asistida según cada necesidad, al tiempo que promovemos la concientización sobre la preservación de la fertilidad.

Los escenarios laborales y de formación profesional no son los mismos que en el siglo XX. Las mujeres estudian, trabajan y cumplen con diversas obligaciones en los mismos ámbitos que los hombres y aunque el reloj biológico es más exigente con ellas, la ciencia les brinda la posibilidad de congelar óvulos para decidir cuándo quieren ser madres, solas o en pareja.

La vitrificación también es una alternativa para las pacientes oncológicas, debido a la incidencia de fallo ovárico como consecuencia de los tratamientos de quimioterapia y radioterapia.

Existe un nuevo estilo y ritmo de vida, eso está claro. En un estudio realizado por profesionales de IVI RMA Global, publicado en la revista Human Reproduction se demuestra y reafirma esta transformación. En él se reveló que más del 70 por ciento de las pacientes que habían preservado la fertilidad por razones sociales tenían más de 35 años y el 15 por ciento, más de 40 años.

El dato llamativo se centra en la relación de la edad-calidad: mientras las mujeres menores de 35 años alcanzaron una tasa de éxito del 94 por ciento al obtener 24 ovocitos a vitrificar, las que superaban los 35, con una cantidad similar de ovocitos, apenas llegaban al 50% de probabilidad de embarazo a término. Los resultados del estudio reafirman la importancia de preservar a tiempo, para lograr mejores resultados y aumentar la posibilidad de embarazo.

Entonces, ¿qué debo hacer si quiero preservar mi fertilidad?

El tratamiento para preservar la fertilidad femenina, llamado vitrificación de óvulos, consiste en la congelación de los óvulos a -196º,lo cual permite que se mantengan jóvenes y en las mejores condiciones y así, sea la propia mujer la que decidida cuál es el momento adecuado para ser madre.

En este proceso los ovocitos son tratados con sustancias criopotectoras y sumergidos en nitrógeno líquido, comprendiendo los mismos pasos que un ciclo de Fertilización In Vitro (FIV) a diferencia que, en lugar de inseminarlos y fecundarlos, se realiza la vitrificación mediante el método cryotop, quedando almacenados después en nitrógeno líquido durante el periodo que sea necesario.

La vitrificación también es una alternativa para las pacientes oncológicas, debido a la incidencia de fallo ovárico como consecuencia de los tratamientos de quimioterapia y radioterapia. Además, esta opción se indica para pacientes que requieran trasplantes de médula ósea o mujeres con riesgo de cirugía ovárica repetida, como quienes sufren endometriosis.

La técnica de vitrificación ha experimentado un crecimiento exponencial en los últimos años y prevemos que siga la misma tendencia en los años venideros, lo cual exige un estudio detallado y en profundidad de sus implicaciones, no sólo médicas, sino también sociales.

En plena cuenta regresiva hacia la segunda década del siglo XXI, la vida moderna plantea desafíos y oportunidades hasta ahora desconocidos. Estamos convencidos de que no se trata de resignar nada, sino de sembrar conciencia. Preservar la fertilidad antes de los 35 años es la mejor manera de lograr la concreción del deseo de la maternidad en el contexto en el que cada mujer lo decida, sin poner en riesgo su salud ni la de su futuro bebé.