El presidente no fue al acto del Monumento y encabezó una breve presentación en el club Ciclón. Criticó el "ejercicio patotero del poder".

Sólo 14 minutos. Eso duró el acto completo del presidente, Mauricio Macri, en su visita oficial a la ciudad por la celebración del Día de la Bandera. Su paso en falso por el club Ciclón (Saavedra al 600) fue tan estrecho, como vacío. No tuvo ninguna carga de sentido patriótico y sólo tuvo alusiones con tinte de campaña al clan Moyano y a los "comportamientos extorsivos" de algunas "mafias sindicales". Habló de sobreprecios en el transporte del limón y las gaseosas frente a chicos de escuelas primarias que habían acudido con otras expectativas. Todo muy rápido, poco sustancioso y fuera del eje de convocatoria. Muy lejos del deber de un primer mandatario de un país, en la fecha patria más importante para Rosario.

Las referencias a la bandera quedaron sólo como un telón de fondo. No pasaron de eso. Las transformaron en una excusa pisoteada por los intereses políticos del momento. Fueron relaciones que rápidamente perdieron intensidad, a medida de que Macri comenzó a hacer foco a su gestión al frente del gobierno nacional, y en su lucha contra el narcotráfico y contra el ejercicio patotero del poder, ante una escasa concurrencia, integrada por alumnos de escuelas de la zona sur y referentes de organizaciones barriales.

"Estamos trabajando con firmeza, en el camino correcto. Quizás está costando más, y lleva más tiempo, pero no significa que no lo estemos haciendo. Significa que vamos en serio, y que por primera vez en décadas estamos haciendo lo que había que hacer. Volver al pasado no es lo que nos sirve para el futuro. Y además decimos que no queremos más ocultamientos, mentiras y ejercicio patotero y prepotente del poder", remarcó el presidente ante la extrañeza de los asistentes.

Media hora antes, la polémica por la ausencia de Macri en los actos que se desarrollaron bien temprano en el Monumento a la Bandera dominó las conversaciones en el ingreso del club, donde estaban apostados los periodistas locales y nacionales que cubrieron el evento. Sólo José Corral, intendente de Santa Fe, y Federico Angelini, diputado provincial de Cambiemos, se animaron a expresar excusas en nombre del presidente, que no tuvo contacto con la prensa, otro eslabón en la larga cadena de desaciertos de quienes le manejan la agenda.

Polémica

"Veníamos hace tiempo hablando con el municipio y la provincia, que son los organizadores del acto, y no pudimos llegar a un acuerdo. Queríamos hacer un acto como el de 2016, con chicos jurando la bandera, pero lamentablemente no lo pudimos hacer porque ellos querían hacer algo más simple. Decidimos entonces hacer otro tipo de acto, porque el presidente quería venir a Rosario el Día de la Bandera", expresó Angelini, hombre fuerte de Cambiemos en Santa Fe.

Dentro del círculo rojo de Cambiemos llamó la atención la ausencia de Roy López Molina. Y fuera de esa agrupación política sólo estuvo la intendenta Mónica Fein, quien se paró detrás de Macri en el acto con visibles gestos de incomodidad, junto a la ministra de Seguridad nacional, Patricia Bullrich.

Unos minutos antes del arribo del presidente, fuera del club, detrás de las vallas por calle Saavedra, se produjeron cruces verbales y a través de canciones entre grupos que apoyaban a Macri y otros que no. A pesar de la poca cantidad de gente que acudió, no se pudieron evitar estos contrapuntos que terminaron en algunos insultos. Sobre el final, Gendarmería tuvo que intervenir para disolver algunos disturbios, que finalmente no pasaron a mayores.

Fue una dolorosa postal gratuita de los efectos de la grieta que sigue arraigada en una sociedad que no ha sabido superarse. Estas demostraciones de problemas de convivencia no hicieron más que exponer con crudeza el grado de intolerancia que anida en las calles del país.

Cerca de las 10.30, el presidente llegó al aeropuerto de Fisherton en el avión presidencial y desde allí se dirigió en helicóptero al Destacamento Móvil 2 de Gendarmería, ubicado en San Martín y Virasoro, muy cerca de Ciclón.

A las 11 en punto, Macri ingresó al gimnasio del club. Allí, la banda musical de Gendarmería detuvo su sucesión de temas infantiles y festivos y el presidente se paró en el centro de la cancha de básquet, tomó un micrófono inalámbrico y comenzó con una alocución que fue perdiendo el rumbo institucional, y que terminó cayendo en la banquina de las referencias políticas de campaña.

Sólo en los primeros pasajes, se refirió a la bandera. "Reafirma nuestra identidad y ratifica nuestro sentido de ser libres", llegó a esbozar como breve caracterización inicial. Pero luego de esa postura de arranque, su discurso perdió valoración de los símbolos patrióticos y derivó en una presentación de interés y especulación electoral.

"Queremos encarar los problemas que tenemos y resolverlos, creyendo en nuestras capacidades y trabajando en conjunto. Y que no queremos volver a situaciones donde aquellos que conducen abusan del poder en beneficio propio. No queremos convivir más ni con la mentira, ni con el ocultamiento, ni con la corrupción ni con las mafias", apuntó el mandatario.

Y agregó: "La corrupción y la mafia nos arruinan, destruyen todo lo que tocan. Y es ahí donde tenemos que estar juntos dando batalla. Por ejemplo, el narcotráfico es un flagelo al que le estamos dando batalla desde el primer día, con la ministra Bullrich y todo el equipo. Ya hemos quemado más de 300 toneladas de droga, detuvimos más de 85 mil narcotraficantes".

"Patota del transporte"

Así, sin pausa e intencionadamente, fue colocando el acento sobre el comportamiento de las mafias y comenzó a tirar duros dardos contra el clan Moyano. "Hay mafias que impiden el crecimiento, el desarrollo y la generación de empleo en el país. Y aquí me quiero referir a la patota del transporte. Argentina tiene el costo de transporte más grande de la región. Y no es porque somos un país muy grande. Es producto de privilegios acumulados en forma ilegal, en forma arbitraria, por el señor Hugo y Pablo Moyano, que llevan a tener el costo del camión más alto de la región".

Y ante chicos de escuelas primarias, profundizó sus cuestionamientos sobre los Moyano, mientras recordaba la influencia de los sobreprecios en el transporte de limones y gaseosas. "Todo eso implica que el productor no puede competir con otros productores y eso significa que se queda sin trabajo. Y también significa que ustedes paguen más caro todas las cosas que se transportan por camión. Y lo peor es que cuando los señores Moyano no están de acuerdo con algo, bloquean la planta", puntualizó el presidente.

Antes de finalizar sus palabras, Macri continuó con la misma tónica. "Estos comportamientos patoteros se tienen que terminar. Nosotros, seguimos apostando al diálogo, como lo hacemos desde que somos gobierno", enfatizó.

Luego, agradeció la presencia de los chicos y les regaló banderas oficiales de ceremonia a la intendenta Fein y a la presidenta del club Ciclón, María Elisa Zafagnini. "Aquí les dejo unas banderas para ustedes, ¡feliz Día de la Bandera, feliz día para todos!", concluyó el mandatario.

Fueron sólo 14 minutos. Con esa particular manera, Macri llegó y se fue del Club Ciclón: por otra puerta, sin contacto con la prensa, y con un acto que no tuvo emociones, que se desvaneció demasiado rápido y que giró lejos de las imprescindibles referencias patrióticas.

Los estudiantes podrán viajar

Juan Recoaro y Facundo Leguizamón, los estudiantes de física que estaban a punto de perder la posibilidad de participar en la 50ª Olimpíada Internacional de la materia, que se realizará en Tel Aviv (Israel), recibieron ayer una excelente noticia. Es que en su rápida visita a Rosario, el presidente Mauricio Macri, les prometió que podrán concursar del certamen en representación del país. El mandatario se los comunicó en una reunión de un poco más de 5 minutos antes de abordar el avión que lo llevó de regreso a Buenos Aires.