Tres meses después del incendio que devastó una parte de la catedral de Notre Dame de París, monumento histórico de 850 años de antigüedad, su interior sigue impregnado de un ligero olor a quemado, en medio de escombros ennegrecidos por el fuego que aún no fueron retirados de la nave.
Hace tres meses, la catedral estaba llena de feligreses y turistas que admiraban su arquitectura gótica y a sus famosos vitrales que salieron en gran parte ilesos del siniestro. Pero en su lugar, unos 60 trabajadores especializados, vestidos con monos, cascos y máscaras de protección de color blanco, trabajan sin descanso desde hace varias semanas para consolidar la estructura del templo.

Tres redes protectoras fueron colocadas en donde estaba el techo para evitar la caída de pedazos de la estructura. Una parte de los trabajadores llevan máscaras especiales para protegerse de la contaminación con plomo, causada por el techo que se fundió. Las obras de renovación todavía no comenzaron. Antes que nada, la estructura de la catedral, inscrita en la lista de Patrimonio Mundial de la Unesco, debe ser consolidada para descartar el riesgo de colapso.

“Hay un lugar en el cruce de los transeptos (nave transversal) que tendremos que vigilar”, advierte Philippe Villeneuve, el arquitecto principal de Notre Dane. “No podemos interferir, tendremos que dejar caer el pedazo, pero debemos asegurarnos de que no hiera a nadie”. Aunque la joya gótica resistió bastante bien al incendio del 15 de abril, “aún no estamos en la fase de restauración, estamos aún en las tareas urgentes” de consolidación. La bóveda puede aún colapsar, señala este arquitecto que trabaja en la catedral desde 2013.

El riesgo de colapso es tan grande que en algunas zonas sólo se permite el acceso de máquinas que recogen escombros, trozos de madera y piedras ennegrecidas por el fuego. “No se tira nada”, explica Villeneuve. Cada escombro es inventariado, clasificado y analizado escrupulosamente. “Esta obra no es un asunto únicamente de arquitectos, sino de científicos e investigadores”, señala. “Una catástrofe tuvo lugar, pero traerá consigo nuevos conocimientos”.

Limpiar residuos de plomo

A pesar de los daños, la catedral conserva su grandeza, con sus imponentes pilares en la nave principal, su órgano que salió intacto del siniestro y su gran rosetón iluminado por el sol de verano. El Ministro de Cultura, Franck Riester, que, al igual que los periodistas, se puso un mono blanco y un casco para la visita, elogió los avances, pero subrayó que aún queda mucho por hacer. “Había una montaña de escombros allí hace unas semanas”, dice, señalando una esquina.

El techo, en gran parte destruido, deberá ser reconstruido, así como la aguja de la torre principal, que se derrumbó ante la mirada atónita de los parisinos. Sobre la presencia de plomo, el ministro afirma que se tomarán “todas las medidas necesarias”. “Se hicieron limpiezas, pero hay piedras impregnadas de plomo”, indica.

En el exterior, en la plaza de la catedral, antes colmada de turistas, se realizó una primera limpieza y se debe realizar una segunda próximamente. La fiscalía de París indicó en junio que un cigarrillo mal apagado o un cortocircuito podrían haber causado el incendio. El presidente francés, Emmanuel Macron, se comprometió a que el monumento -conocido en todo el mundo por su arquitectura y también por la novela epónima de Victor Hugo- sea reconstruido en un plazo de cinco años. Para lograrlo, empresas y particulares prometieron donar más de 850 millones de euros.