La joven capitana alemana del buque Sea Watch 3 dijo sentirse feliz de poder explicar la operación de rescate. La acusan de favorecer la inmigración ilegal.

La capitana del buque humanitario Sea-Watch 3, Carola Rackete, que atracó por la fuerza en Italia para desembarcar a 40 migrantes rescatados en el mar, defendió su accionar frente a un tribunal de ese país ante las acusaciones de favorecer la inmigración ilegal.

"Me sentí muy feliz de tener la oportunidad de explicar en detalle la operación de rescate que realizamos el pasado 12 de junio", aseguró la capitana alemana de 31 años al salir del juzgado en Agrigento, Sicilia (sur).

"Espero sinceramente que tanto la Comisión Europea, como el Parlamento recién elegido, hagan todo lo posible para evitar que se repita esa situación. Espero que todos los países europeos trabajen juntos para repartirse a todas las personas rescatadas por la flota civil", agregó.

Audiencia

La audiencia, que tuvo que ser aplazada 10 días debido a una huelga de abogados penalistas, duró menos de dos horas.

Cientos de personas, bajo un sol asfixiante, se dieron cita frente al tribunal para una manifestación de solidaridad con numerosas pancartas de apoyo a la joven alemana, convertida en un emblema contra la política antimigración del gobierno de coalición italiano formado por los antisistema del Movimiento 5 Estrellas y la ultraderechista Liga.

Rackete, con mucha experiencia como capitana por haber navegado entre glaciares, pasó tres días en detención domiciliaria a comienzos de julio por haber ingresado en aguas italianas pese al veto impuesto por el ministro del Interior, Matteo Salvini.

Una juez italiana anuló luego su detención, argumentando que actuó para salvar vidas, pero sigue siendo investigada por resistencia a un oficial y ayuda a la inmigración clandestina.

La fiscalía de Agrigento apeló esa decisión y espera así establecer un precedente jurídico para que no se repita el caso.

Barco secuestrado

Mientras tanto el Sea-Watch 3 permanece secuestrado en el puerto siciliano de Licata y la capitana deberá explicar por qué rescató a los migrantes sin esperar a los guardacostas libios a cargo de esas operaciones en ese sector del Mediterráneo.

Desde hace cerca de dos años, las embarcaciones humanitarias han sido sistemáticamente sometidas a investigaciones judiciales para impedir que sigan rescatando migrantes en el Mediterráneo.

En marzo de 2017, el buque español humanitario "Open Arms" fue puesto bajo administración judicial y dos funcionarios fueron procesados porque la tripulación se negó a entregar a los migrantes a los guardacostas libios que llegaron al lugar durante el rescate.

Un juez levantó el secuestro después de un mes alegando que Libia no era un país seguro para desembarcar a migrantes que escapan de la guerra y el hambre. La fiscalía de Catania archivó el caso.

Lo mismo le pasó a la ONG Sea-Watch después de una operación de rescate en enero y la justicia concluyó que las decisiones de la tripulación estaban justificadas ya que evitan llevarlos a Libia o Túnez.

A finales de junio, la guerra de Salvini contra las ONGs que rescatan migrantes se agudizó y la decisión de detener a la joven capitana provocó un vasto movimiento de solidaridad con ella por internet, logrando la recaudación de más de un millón de euros para el juicio. Los hechos provocaron incluso que las relaciones entre Italia y Alemania se tensaran.

Cataluña votó unánimemente el martes para que se otorgue un premio a la joven capitana, mientras que la ciudad de París anunció una donación de 100.000 euros a la ONG y una medalla para Carola Rackete.

El anuncio de París provocó la ira de la extrema derecha italiana, que recordó que el gobierno francés no se pronunció durante los 15 días que la joven capitana navegaba sin rumbo con los 40 migrantes rescatados.

Para Salvini se trata de organizaciones "cómplices de los traficantes de seres humanos" y tildó a la sobria Carola Rackete de "criminal", "problemática", "rica y mimada", "dispuesta a matar cinco militares italianos".

La joven demandó al ministro por difamación e incitación a la ofensa, señalando que cada mensaje de odio de Salvini en las redes sociales provocó una cadena de insultos sexistas, violentos y amenazantes.