El joven acusado de cometer en lo que va del año una serie de ocho abusos sexuales en Rosario se negó este domingo a declarar ante la jueza de la causa, quien le dictó la prisión preventiva por dos años.

 

En tanto, la fiscalía analiza acusarlo de otros dos casos que se encuentran bajo investigación.

Fuentes judiciales informaron que el detenido Pablo Nicolás Barreto (24) se sometió este domingo por la mañana a una audiencia imputativa ante la jueza penal Trinidad Ciavero. En los tribunales rosarinos, donde también estuvo presente la fiscal Alejandra Raigal.

Durante la diligencia, el acusado se negó a declarar ante la magistrada que le dictó la prisión preventiva por ocho casos de robo, privación ilegal de la libertad y abuso sexual. En perjuicio de mujeres que fueron atacadas en distintos puntos de la ciudad de Rosario.

“Con seguridad hay otros dos casos en los que falta avanzar, pero vamos a llevar adelante la acusación”, adelantó la fiscal Raigal.

De acuerdo a la acusación de la fiscalía, los ochos hechos que se le imputan al detenido se cometieron entre enero y julio de este año en locales comerciales atendidos por mujeres jóvenes.

“El acusado tiene el mismo patrón de conducta en casi todos los ataques en el que primero. Entraba al negocio a ofrecer un servicio de seguridad o de cámaras, o preguntaba por un artículo, se cercioraba de que hubiera una mujer joven sola y que no hubiera cámaras de seguridad en el interior y después volvía otra vez como cliente”, relató la fiscal.

Según Raigal, el atacante luego “las amenazaba con un arma que no fue hallada, llevaba a sus víctimas hacia un baño del fondo. Las ataba con precintos plásticos negros, de distintos tamaños y a todas igual -en el cuello, las muñecas y los tobillos-. Y después abusaba o intentaba abusar de ellas”.

Muestra de ADN

Por otra parte, Barreto aceptó someterse a una extracción de sangre para ser cotejado su ADN con el de las muestras de plasma seminal colectadas por las escenas de los ataques sexuales.

El detenido tiene el cabello corto y morocho, usa barba, mide 1,70 metros. Y presenta una llamativa cicatriz que le surca en diagonal la mejilla izquierda, la cual fue clave para su reconocimiento por parte de las víctimas.

“Cuando pasó lo que pasó, vi solo una parte de la cicatriz, pero era muy grande, le cubre toda la cara. Desde la boca hasta entre la ceja y la oreja; no tengo dudas que es esa persona”, señaló una de las jóvenes atacadas que al momento del hecho trabajaba en una veterinaria.

Mientras que otra de las víctimas aseguró que al ver al sospechoso se dio cuenta de que era él porque nunca había olvidado la forma de su cara ni sus ojos.