Ezequiel David Ramírez tenía 30 años y un pedido de captura por homicidio. Lo vinculan al negocio narco de la zona noroeste de la ciudad.

A "El gordo" Ezequiel Ramírez le patearon la puerta de su casa de Ibarlucea poco después de la medianoche de ayer al grito de "policía" y lo ejecutaron antes de que pudiera saltar de la cama. "Recibió entre 10 y 12 disparos en todo el cuerpo", explicó ayer una fuente allegada a la investigación en manos del fiscal de Homicidios Dolosos Adrián Spelta. La víctima estaba junto a su esposa y uno de sus hijos de 9 años, quienes no recibieron un sólo rasguño y quedaron sumidos en un estado de profundo shock. En la escena del crimen los pesquisas recolectaron ocho plomos encamisados deformados y 24 vainas compatibles con una pistola calibre 9 milímetros.

Los vecinos del barrio Espinillo, el último sector de la localidad que se erige sobre la ruta 34, a unos 7 kilómetros al noroeste de Rosario, dijeron no haber escuchado nada. Sólo alguien atinó a decir que oyó un golpe seco sobre una chapa (que podría haber sido la patada en la puerta de la vivienda de la víctima) y minutos más tarde el llanto de una mujer. "¿Disparos?, ninguno", afirmó. Por lo que es posible que los asesinos hayan utilizado silenciadores en las armas homicidas.

El de "El gordo" fue el sexto homicidio perpetrado en el departamento Rosario desde el viernes pasado, cuatro de los cuales están claramente enmarcados en un rebrote de la violencia por el control territorial narco entre distintas bandas que desde sectores oficiales se dan por desbaratadas al estar detenidos sus principales referentes.

Con pedido de captura

"El gordo" era el apodo por el que se reconocía a Ezequiel David Ramírez, un hombre de peso en el barrio La Cerámica, Empalme Graneros y la zona noroeste de Rosario. Sobre él pesaba una orden de captura por otro crimen resonante. El de Roberto Carlos Godoy, un hombre de 37 años asesinado a balazos en la vereda de su casa de Olivé al 2400, en Empalme Graneros, al filo de la medianoche del 20 de diciembre de 2017.

Aquel día Virginia, la viuda de Godoy, no se guardó nada ante el asesinato de su pareja. Contó que el hombre había sido vendedor de drogas, que se había alejado del negocio y que el crimen había sido una represalia porque no había querido retomar la venta. "Yo vendía drogas desde hace mucho tiempo. Nos obligaban a vender para Graciela, que tiene un búnker en el barrio La Cerámica. Hace cinco meses no quisimos saber nada más y ahora me mataron a mi marido", contó la mujer a este diario.

Y al apuntar a los cuatro sicarios que mataron a su compañero mencionó a "El gordo" Ezequiel, quien fue presentado por la mujer como el sicario que se encargada de "amedrentarlos para que vendieran drogas en Empalme Graneros". Sin embargo la policía no logró dar con él y por el homicidio hubo otros dos detenidos e imputados: Sebastián Walter C., de 19 años, y Roberto M., de 18, medio hermano del asesinado Vladimir Medina, quien estuviera ligado al reconocido narco Marcelo "Coto" Medrano.

Al primero de los muchachos mencionados también se le imputó el doble asesinato de Carlos Gálvez y su vecino Leandro Zarandonelli, ocurrido la noche del viernes 29 marzo de 2018 en la vereda de Medrano y Siripo, en el barrio Parque Casas. Por ese doble crimen también está acusado Milton José Abelardo F., de 19 años, hijo de "La Tata" Medina, una conocida vendedora de drogas de la zona norte que cuenta con causas en la Justicia Federal por narcotráfico.

Trasfondo narco

La última saga de homicidios con tinte mafioso que comenzó el viernes pasado tiene como componente común la ferocidad, el ensañamiento y la historia detrás de los protagonistas y personajes satélites. Historias que permiten trazar un bosquejo del camino transitado hasta llegar a la conclusión del por qué de los hechos que derivan en muertes violentas. El caso de "El gordo" Ramírez no es la excepción. En distintas crónicas policiales ese apodo fue apareciendo ligado a la pertenencia a la temida banda de "Los 90", a la venta de drogas en barrios como La Cerámica, Cristalería y Empalme Graneros, y al sicariato. Y ligado directa, o indirectamente, a nombres como Milton José Abelardo F., el hijo de "La Tata", o el asesinado Vladimir Medina.

Los vecinos de Saavedra y avenida del Rosario, en Ibarlucea, contaron que "El gordo" Ezequiel se afincó en una casa ubicada al costado de las vías y a metros de la garita 11, la punta de línea de las líneas de colectivos M y 106. Una cuadra de la comuna en la que abundan casas de fin de semana y escasean vecinos que residan tiempo completo, a pocos metros de la ruta nacional 34. Un punto del pueblo en el que no hay cámaras de videovigilancia públicas o privadas.

"Esa casa hasta hace unos años era de un hombre que hacía macetas. Hace un par de años se la vendió a un narco. Todos en el pueblo sabíamos a que se dedicaba este hombre. Que vendía droga y era sicario. ¿Pero qué vas a hacer? Vas a presentar una carta en la Comuna para que lo declaren persona no grata. Te la tenés que aguantar. También hay que resaltar que el tipo, con la gente del barrio, no tenía trato. Se veía movimiento de autos y también un crecimiento desmesurado para gente que se decía trabajadora. Hicieron muchas reformas en la casa y de forma muy rápida en plena crisis", explicó un residente que indicó que el vecino muerto decía ser vendedor de leña.

Silencio y lluvia

Según se pudo reconstruir "El gordo" vivía en el lugar con su concubina y su pequeño hijo de 9 años. La vivienda está construida en el triángulo que genera Saavedra con las vías del tren y paralelo a calle Carlos Pellegrini. En el patio interno podían verse un par de caballos que Ramírez le regaló a su hijo hace dos semanas y dos perros (un Pitbull y un Rottweiler). La llegada del cronista de La Capital coincidió con la salida de los familiares de la víctima. "No vamos a hablar", dijo la concubina del muerto. Luego cerró la puerta de la vivienda, donde podía verse la marca de la patada con la que los inesperados visitante la abrieron pasada la medianoche.

"Fue en el momento en el que más llovía. Nosotros no escuchamos nada, y eso que acá en Ibarlucea el silencio solo es quebrado por los ruidos de los autos por la (ruta nacional) 34. No escuchamos nada. Ni un disparo. Sí hubo un momento en el que los perros se enloquecieron. Pero no los del vecino (por Ramírez) sino los de todo el barrio", explicó una vecina.

Lo cierto es que alrededor de la 0.30 una patada en la puerta de ingreso a la casa rompió con la calma. Cuatro hombres vestidos de oscuro y encapuchados ingresaron al grito de "policía", de una manera similar a la irrupción en un allanamiento. Sin mediar palabras con Ramírez y su concubina, fueron directamente sobre el hombre, que estaba en su habitación, y lo acribillaron a balazos. Allí fueron secuestrados los ocho plomos encamisados y deformadas y 24 vainas calibre 9 milímetros. Los sicarios se fueron de la escena en un vehículo que no pudo ser individualizado. Por acumulación de expedientes en el turno del fiscal Miguel Moreno, la investigación del caso quedó en manos de Adrián Spelta.