Por primera vez un estudio científico sobre la copa menstrual confirma que el producto es seguro. Además, afirma que genera una cantidad insignificante de residuos en comparación con las compresas y los tampones, los recursos más usados en la actualidad para contener el sangrado.

Según el trabajo, basado en la revisión de 43 investigaciones anteriores y entrevistas a 3.300 mujeres, un 73 por ciento de quienes ya la asegura que prefiere seguir apostando por la copa menstrual. Un total de 1.900 millones de mujeres (aproximadamente el 26 por ciento de la población) en el mundo están en edad de menstruar y pasan como promedio 65 días al año conviviendo con el sangrado. Sin embargo, "hay pocos estudios cualitativos que comparen los productos sanitarios", subrayó una de las autoras del estudio, Penelope Phillips Howard, profesora de la Escuela de Medicina Tropical de Liverpool, en Reino Unido. “Queríamos recopilar el conocimiento disponible sobre seguridad, aceptación de copas menstruales y eficacia comparado con otros productos”, añadió.

La menstruación es una función normal del cuerpo, asociada a la capacidad reproductora y a otras funciones menos conocidas, pero también vitales, según explica la licenciada Eugenia Tarzibachi, autora del libro Cosa de mujeres. Aunque pensamos poco en ello, lo cierto es que todavía son insuficientes o no son totalmente seguras y efectivas (en términos de largo plazo, sociales, económicos y ecológicos) las soluciones que en la actualidad están disponibles para manejarla, resalta la experta argentina.

Según el reciente estudio sobre la eficacia de la copa, la ignorancia, los prejuicios, los costos y los temores de seguridad pueden impedir que las niñas y mujeres prueben la gama completa de soluciones disponibles. La falta de productos menstruales asequibles y efectivos puede provocar fugas del sangrado y molestias en las niñas y mujeres que menstrúan, afectando su salud y su bienestar.

Queríamos recopilar el conocimiento disponible sobre seguridad, aceptación de copas menstruales y eficacia comparado con otros productos
Se demostró, también, que el uso de materiales de baja calidad predispone a las mujeres a un mayor riesgo de infecciones urogenitales, incluida la vaginitis bacteriana. Cuando no hay acceso a productos para la gestión menstrual, se recurre a prácticas poco higiénicas que aumentan el riesgo de infecciones del cuello de útero e infertilidad.

En Argentina, la campaña Menstruacción, llevada adelante por el colectivo Economía Feminista busca promover políticas de Estado para facilitar el acceso a cuidados de la población menstruante (mujeres y trans). “Se calcula que hay alrededor de 10 millones de personas que menstrúan en la Argentina. La mayoría solo conoce las toallitas y los tampones como método para gestionar su menstruación porque son los que se publicitan y los que, en general, conocen los médicos. Quienes no los tengan, faltarán más a la escuela y serán más propensxs a infecciones por utilizar métodos poco sanitarios. Además, para fabricar las toallitas y los tampones que necesitan estas 10 millones de personas, se utilizarán 10.140 toneladas de pasta fluff proveniente del desmonte de selva nativa”, sostienen.

Tampoco hay suficiente investigación a nivel mundial acerca de la exposición a químicos por el uso de tampones y toallitas para saber qué efectos puede causar la exposición a largo plazo a las sustancias cancerígenas que se han detectado en proporciones mínimas en estos productos.

En Argentina, por ejemplo, encontraron que el 85 por ciento de las toallitas y tampones contienen glifosato, pero no se hicieron experimentos sobre personas para saber cómo podría afectarnos. “Necesitamos investigación y desarrollo en productos que cuiden nuestra salud”, concluyen.