El agua de mala calidad se extendió por toda la ciudad de Río de Janeiro provocando el más reciente problema ambiental de Brasil. Hace poco más de un mes surgieron las primeras denuncias de que el agua de uso cotidiano estaba maloliente y de color marrón. La empresa gestora, Cedae, aseguró que las alteraciones se debían a la presencia de geosmina, una sustancia química generada por las algas.

La entidad, que despidió al director de la planta de tratamiento de aguas de Guandu, usó carbón activado para limpiar la geosmina y aseguró a los 12 millones de habitantes del área metropolitana de Río que el agua era potable.

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Pero el lunes se vio obligada a suspender el suministro desde Guandu tras hacer otro anuncio embarazoso: la detección en el agua de niveles importantes de detergente, de origen desconocido.

La planta abastece de agua a nueve millones de personas. La suspensión del suministro por 14 horas afectó a una importante proporción de la ciudad en pleno verano.

En tanto, se cuadriplicaron los pedidos de agua embotellada ante la desconfianza de la población de beber del grifo. Mientras en las calles los vendedores triplicaron el precio de una botella de 1,5 litros a seis reales (casi 1,5 dólares).

A su vez, la falta de agua potable obligó a las autoridades a aplazar el inicio del año escolar del miércoles al jueves en más de 1.500 escuelas públicas.