Los límites en las diferentes etapas de crecimiento de un chico contribuyen a la organización de la personalidad. Los hijos necesitan límites para manejarse. Pero los padres siempre vuelven sobre las mismas preguntas: hasta dónde se puede negociar y cuándo hay que ser inflexible

Algunos límites son innegociables, como los que ponen en riesgo la salud de los hijos o de otra persona. Sin embargo, existen otros que sí se pueden negociar; pero los pexpertos remarcan que es importante que los adultos sean claros y convincentes en el mensaje a transmitir.

Tono de voz y mensajes claros

“El adulto debe estar convencido del mensaje, los chicos son muy perceptivos y detectan fácilmente el tono de voz o la firmeza en la postura corporal. No se puede decirle algo al niño y guiñarle el ojo a otra persona, el niño distinguirá el doble sentido" explica Lenka Dumandzic, (MN 100.267) , médica pediatra, Presidente Sociedad de Pediatría San Juan. "Además, debemos estar seguros de que el niño entendió la pauta que le dimos, por eso es tan importante que el mensaje sea claro”, detalló la doctora.

En los chicos, los límites cuidan, protegen, resguardan y también forjan futuro. Algunos se pueden cruzar, otros debemos dejar en claro que no. Poner límites también es cuidar con amor.

En este sentido, según los expertos de la Sociedad Argentina de Pediatría, es recomendable explicar las derivaciones de la falta de cumplimiento de la norma y aclararle al niño que él es responsable si decide traspasarla, por lo que deberá atenerse a las consecuencias.

“Es necesario traer a la mesa de diálogo las diferencias y confrontaciones que pueden existir, por ejemplo, al querer tener un celular porque un amigo ya lo posee o una salida nocturna donde otros adolescentes asistirán. Los padres deben abordar este tema y dedicarles tiempo: la confrontación es sana y debe saberse con anticipación que en las negociaciones se llegará a un acuerdo entre partes, que no implica que una prevalezca sobre la otra”, explicó la doctora Rosa Pappolla (MN 88.688), médica pediatra especializada en adolescencia y miembro del Comité de Adolescencia de la SAP.

Los expertos de la Sociedad Argentina de Pediatría también marcan que es recomendable explicar las derivaciones de la falta de cumplimiento de la norma y aclararle al niño que él es responsable si decide traspasarla, por lo que deberá atenerse a las consecuencias.

Cuando pedir ayuda

En opinión del doctor Sergio Snieg ( MN 84.411), médico pediatra y vocal titular del Comité de Pediatría Ambulatoria de la SAP, es pertinente consultar con un especialista ante la excesiva frustración o berrinches de muy difícil resolución frente a la puesta de límites o cuando la situación desborda a los padres, madres o cuidadores. También es una buena decisión consultar ante la imposibilidad de poner límites (por la razón que sea)”.

Otro aspecto a tener en cuenta es que es deseable que ambos padres traten de alinearse en cuanto a cómo educar a su hijo, sin desautorizar al otro. Cuando esto no sucede, se corre el riesgo de que los niños se desconcierten o crean que insistiendo podrán conseguir lo que quieren. La coherencia y consistencia contribuyen a que los hijos sean más libres, responsables y seguros.

¿En qué puede colaborar el pediatra?

“Puede ayudar a los padres a escuchar a su hijo y mediar entre los padres o cuidadores cuando no pueden ponerse de acuerdo. Puede ayudar a que los niños expresen sus enojos, tristezas y agresión, para que los padres puedan entenderlos. También puede alentar a los padres a disfrutar la crianza con sentido del humor y empatía, a ser consistentes y lo más coherentes posible”, sostiene la licenciada Susana Mandelbaum (MN 4.236)

Los caprichos son algo natural, lo mismo que la necesidad de desafiar los límites para saber hasta dónde podemos llegar. "En los chicos, los límites cuidan, protegen, resguardan y también forjan futuro. Algunos se pueden cruzar, otros debemos dejar en claro que no. Poner límites también es cuidar con amor”, agregó el doctor Snieg.

El establecimiento de los límites está contemplado dentro de los Derechos del Niño. “Este marco nos permite hablar de restricciones con nuestros hijos desde un contexto más amplio que el de la decisión familiar de lo que se puede hacer o no. Algunos ejemplos de esto son los horarios nocturnos, lugares de recreación anticipados o de erotización del mundo infanto-juvenil que se proyectan como reflexión y cuidado y que corresponden por derecho”, detalló la Doctora Pappolla.

El adulto debe estar convencido del mensaje, los chicos son muy perceptivos y detectan fácilmente el tono de voz o la firmeza en la postura corporal.
Un recurso que suelen utilizar los padres es el de premios y castigos, pero no hay un claro beneficio en eso. Dialogar con los hijos, negociar y explicarles el porqué de los límites es más eficiente y sano que hacerlos cumplir por un premio o una amenaza. En caso de que los hijos decidan traspasar los límites, entonces sí puede ser una alternativa válida la penitencia, pero como último recurso. “No debe ser sinónimo de mal trato doloroso o vengativo, sino cumplir con la función de incentivar un cambio. Es bueno darle la oportunidad de reparar el daño que causó y que la penitencia no sea vivida como venganza o abuso de autoridad”, concluyó la licencada Mandelbaum.