Las intoxicaciones por plomo ocurren cuando un exceso de este elemento entra en el cuerpo a través de la piel, la respiración o el consumo de líquidos o de sólidos. Cuando ingresa, puede viajar por su interior y dañar los órganos. Esto fue lo que le ocurrió a un chico de 8 años en Australia.

El caso desconcertó a los médicos por el alto nivel de concentración del metal en el cuerpo del pequeño. Todo comenzó con un dolor de estómago lo suficientemente fuerte como para justificar la visita a la guardia.

Los especialistas encontraron más de 50 gránulos de plomo atrapados dentro del apéndice del niño. No pudieron explicar cómo se produjo la introducción de esos elementos en el tracto digestivo. Las altas cantidades atrapadas dentro del organismo (cinco veces más de lo normal) provocaron síntomas de intoxicación. El plomo es problemático para cualquier persona, pero los más chiquitos son los que más se exponen a tener problemas de salud. El organismo de ellos lo absorbe más fácilmente.

Al principio, puede ser difícil de detectar. Los signos en chicos no aparecen hasta que se acumulan cantidades peligrosas:

  • Retraso en el desarrollo
  • Dificultades de aprendizaje
  • Irritabilidad
  • Pérdida de apetito
  • Adelgazamiento
  • Pereza y fatiga
  • Dolor abdominal
  • Vómitos
  • Estreñimiento
  • Pérdida de la audición
  • Convulsiones

El intestino estaba lleno de las bolitas de plomo (Foto: New England Journal of Medicine).
El intestino estaba lleno de las bolitas de plomo (Foto: New England Journal of Medicine).
Al momento de tratar de hallar la causa del problema, la familia del chico recordó que suelen comer gansos que matan con escopetas, lo que podría conducir a los restos del mineral. Pero luego de un estudio mayor, se supo que el menor había tragado bolitas de plomo luego de jugar con ellas junto a sus hermanos.

Según el New England Journal of Medicine y la Clínica Mayo, una de las formas de intoxicación por plomo más común es por el contacto con pintura a base de plomo. En Estados Unidos fue prohibida en 1978, pero algunas casas todavía la tienen en sus paredes.

Los expertos igualmente recomiendan a los padres nunca dejar de chequear o analizar a conciencia los juguetes que compran a sus hijos, en particular aquellos que puedan contener elementos contaminantes como ciertos plásticos o metales prohibidos.