Por consenso mundial, se estableció el 29 de septiembre como el Día Mundial del Corazón. En los últimos años, las estrategias para combatir los problemas vasculares se han enfocado en la prevención.

Las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte en el mundo, según consignó la Organización Mundial de la Salud. Incluso superan al cáncer, la diabetes y las enfermedades respiratorias. Por este motivo, mediante un consenso mundial, se eligió la fecha 29 de septiembre como el Día Mundial del Corazón, un recordatorio para que tomemos conciencia del fenómeno y conozcamos las principales medidas de prevención.

Para señalar la magnitud de las enfermedades cardiovasculares, basta recordar algunas estadísticas más: el 80 por ciento de los infartos de miocardio son prevenibles; el 75 por ciento de los accidentes cardiovasculares se producen en países de bajos ingresos.

Además de los hábitos saludables que pueden adquirirse, hay una segunda instancia, ya no enfocada en uno mismo sino en el otro: la reanimación cardiopulmonar, más conocida por su abreviatura, RCP. El personal de Editorial TAEDA y la revista DEF, incluido este cronista, recibió una charla de capacitación sobre la reanimación cardiopulmonar por parte del Grupo Ayuda Médica. Se revisaron conceptos básicos y se realizaron prácticas de compresión con muñecos de goma a fin de reducir los riesgos y ayudar a quienes puedan necesitar asistencia en situaciones cotidianas, al menos hasta que llegue la ayuda profesional. Luego de la capacitación, DEF dialogó con Leonardo Martínez, coordinador de instructores del Grupo Ayuda Médica.

Leonardo Martínez, coordinador de instructores de Ayuda Médica, sostiene que evitar el sedentarismo es clave para mantenerse prevenido. Foto: Fernando Calzada.

Foto: Fernando Calzada.

-¿Cuáles son las enfermedades vasculares más frecuentes?

-Las enfermedades vasculares más frecuentes son el infarto agudo de miocardio y el accidente cerebrovascular o ACV. Y las dos están entre las principales causas de mortalidad a nivel mundial.

-En los últimos años, se empezó a hablar de los ACV con mayor frecuencia. ¿Son más recurrentes que en épocas anteriores?

-No, no son más recurrentes. Tenemos más impulso y mejores estudios en esta última década; antes no había tantos estudios ni se los relacionaba con el sufrimiento cardíaco. Lo voy a resumir: cuando se obstruye la arteria coronaria, que es la que irriga el corazón, el corazón empieza a morir. Esto genera lo que conocemos como trombos, pequeños coágulos dentro de las arterias. Imaginemos que en un sistema de agua se filtre un pequeño trocito o corchito que empieza a viajar por todo el sistema. Va a llegar el momento en el que en algún acodamiento o parte del trayecto se trabe. Y eso va a obstruir el paso total del agua. Entonces, cuando uno se va a bañar y abre la ducha, nota que el caudal no es el mismo que cuando se había bañado el día anterior. En un momento, se va a cortar la salida de agua y uno se va a quedar en la bañera enjabonado, mirando para todos lados y buscando una solución. Todo el cuerpo humano está irrigado por un sistema de cañerías. Cuando hay obstrucción a nivel cardiaco, el corazón muchas veces empieza a sufrir, pero mantiene su automaticidad. El corazón es muy fuerte como bomba. En la relajación, lo que hace es llenarse de sangre; en la compresión, al expulsar la sangre, el flujo sanguíneo se encuentra con el coágulo y lo hace desplazarse. Muchas veces, este coágulo se va al pulmón, o más arriba, y eso tiene que ver con el ACV, que ocurre cuando el coágulo va al cerebro. Un estudio reciente indica que ya existía una asociación entre el infarto agudo de miocardio que provoca un ACV o un accidente isquémico a nivel cerebral, es decir, la falta de llegada de sangre al cerebro. Ahora se le da mucha más importancia y se entiende que, a partir de un infarto de corazón sufrido por falta de oxígeno, también puede producirse un ACV.

Un estudio reciente afirma que a partir de un infarto de corazón sufrido por falta de oxígeno, también puede producirse un ACV. Foto: Fernando Calzada.

Foto: Fernando Calzada.

-¿Hay hábitos del siglo XXI que contribuyan a la aparición de problemas cardiovasculares?

-La tecnología y la evolución han llevado a que el humano sea más sedentario y dependa más de la informática y las computadoras. Esto conduce a que pasemos muchas horas en una posición que no es la ideal y a que hagamos menos actividad física. Además, hoy hay estresores que antes no existían. El estrés es uno de los causales, el tabaco también. Hay que mencionar la dependencia de fármacos a nivel social: hoy en día, si no podés dormir, lo primero que te da un médico es un fármaco. También influyen en los riesgos ciertos factores externos que no siempre podemos controlar, como los componentes que tienen algunos alimentos: desde mayor materia grasa hasta químicos que desconocemos. A la larga, todo este proceso pasa factura. Para evitarlo, las claves son las pautas de alarma; a mayor edad, mayor cantidad de estudios.

-¿Qué consejos le daría a un ciudadano de a pie para que evite problemas cardíacos?

-Primero que nada, evitar el sedentarismo. Tener una vida lo más sana posible, hacerse controles frecuentes una vez por año después de los 35 años; por la vida que llevamos, la edad para controlarse ha bajado de 40 a 35 años. Apartarse del cigarrillo, ni hablar de las drogas sociales. Algunos piensan que el alcohol es desinhibidor, pero eso no es bueno. Uno piensa que fumar un cigarrillo de marihuana no va a hacer nada, pero afecta el sistema nervioso central y, a la larga o a la corta, trae consecuencias. Y también es fundamental hacer ejercicio.

Realizar actividad física es otra de las claves para prevenir infartos. Foto: Fernando Calzada.

Foto: Fernando Calzada.

-¿Qué debería saber un ciudadano para poder reanimar a alguien que tiene un problema vascular?

-Tiene que hacer RCP básico. Es tan sencillo que un niño de nueve años asume a manera de juego la temática y la mecánica, y aplica la técnica perfectamente. El curso tiene un léxico totalmente sencillo, para que pueda entenderse no solo lo mecánico sino lo que pasa dentro del cuerpo: qué se logra con la compresión en el centro del pecho, al comprimir fuerte y rápido y no dejar de hacerlo. Cada compresión debe lograr que el pecho de la víctima se profundice 5 centímetros y permitir que vuelva a su posición normal, para luego comprimir a una frecuencia de 100, y no más de 120, compresiones por minuto [en la capacitación se dijo que, para acertar la frecuencia al comprimir, podemos seguir con la mente la canción de los Bee Gees, Stayin’ Alive, o bien la Marcha de San Lorenzo]. Ese es un ritmo de compresión estable, con un total de 30 compresiones por cada dos respiraciones boca a boca de un segundo cada una. No es nada complicado, se aprende muy rápido.

-¿Con esto se puede salvar una vida?

-El cerebro y el corazón necesitan sangre con oxígeno. Cuanto más nos demoramos en comprimir, mayor parte del cerebro de la víctima se compromete. Por cada minuto que dudamos entre comprimir o no, se pierden 20 millones de neuronas, y eso hace que queden secuelas. Con un buen aprendizaje de RCP con protocolos estables, queremos lograr que se active el bombeo del corazón, pero también mantener oxigenado el cerebro.

La practica efectiva de reanimación cardiopulmonar (RCP) puede salvar a una persona de la muerte súbita. Foto: Fernando Calzada.

Foto: Fernando Calzada.

-¿Cuál es el error más común que puede cometer una persona no experta a la hora de ayudar a alguien con un accidente vascular?

-No es un error propiamente dicho, pero podría responder a tu pregunta: el miedo al compromiso. “No lo toco porque me van a hacer un juicio”. Decir eso es enmascarar una negación psicológica al compromiso con algo que no existe, porque en Argentina tenemos la Ley del Buen Samaritano, que avala a toda persona no profesional para salvar la vida o reanimar a una persona con técnicas de RCP básico. El “no toques a la persona porque te van a hacer un juicio” ya no rige. Al revés: si tenés el conocimiento, se pide que trabajes, ya que estás salvando a un ser humano. Es algo que muy pocas personas entienden. Cuando hacés un curso de RCP, no es para salvarte a vos sino para salvar a otro. Y, por otra parte, si tenés un problema, lo mejor que te puede pasar es que quien esté a tu lado haya hecho un curso de RCP.

-¿Qué no se debe hacer?

-Al ver que una persona se desvanece, hay que verificar que uno no corra riesgos. Los lugares inseguros abundan: puede ser que la persona se desvanezca en medio de la avenida Rivadavia. Ese no es un escenario seguro, no tiene sentido poner en riesgo dos vidas para salvar una. Antes de tocar a cualquier víctima, debe verificarse que el escenario sea seguro para ambos. Y luego, algo muy importante: comprobar el estado de consciencia de la víctima.

-¿Hay mitos que valga la pena desmentir?

-Sí, las dudas. Supongamos que alguien se desvanece y no podemos distinguir si el corazón late o no. El mito es creer que, ante la duda, se corre algún riesgo al aplicar la compresión. La realidad es que, si tenemos dudas, hay que comprimir. La compresión no va a detener ni perjudicar un corazón que late por sí solo.