Mientras los tiempos de transición se achican, las insuficiencias aumentan. A pesar que la actual gestión sigue sosteniendo que el próximo gobierno recibirá una provincia ordenada, las taxonomías no son demasiado precisas.
El repliegue del socialismo en el poder, comienza a dejar ciertos claroscuros, difíciles de abrigar. Tiempo atrás, Omar Perotti, había advertido la necesidad de congelar los nombramientos de empleados públicos en planta permanente, que según el rafaelino, iban en aumento luego de que el actual gobierno sufriera una inesperada derrota en los comicios provinciales.
Las acusaciones se hicieron tangibles, incluso, cuando se acusó a la gestión socialista de haber aumentado en un 26% el personal de planta, entre permanentes y temporarios. El senador provincial Felipe Michlig, advirtió, además, que durante el actual gobierno se promovieron tres leyes de incorporación de trabajadores contratados al Estado.
El socialismo replicó discursivamente las acusaciones, pero la pérdida del poder provincial dejó al descubierto una amalgama de situaciones irregulares, como el reclamo de trabajadores en situación de precariedad que el Estado empleó a través de la modalidad de monotributo.
El dos veces ministro de la provincia, Daniel Germano, subió la apuesta y dijo que la cantidad de personal que ha nombrado el socialismo en estos 12 años no está en la historia democrática del país.
El fin de una etapa pareciera demostrar, nuevamente, que al manejo de la cosa pública se le adosa el nombramiento de las nomenclaturas.